Un día de verano, justo el día en que Fida cumplía dieciséis años se encontró un cofre en un hueco de la corteza de un árbol milenario. Le costó abrir el cofre pero cuando lo consiguió descubrió un broche de una belleza espectacular y una nota que decía: Búscate a ti mismo para encontrar tu camino. Dudo por un momento en llevarse el cofre con lo que tenía en su interior pero, finalmente decidió quedárselo, ya que, pensó que alguien lo dejaría ahí porque quería que fuese encontrado.
Llegó el momento en el que Fida subió a la montaña sagrada y tuvo que pasar la prueba. Una anciana le hizo una pregunta: – Tienes que elegir entre dos caminos, uno te lleva a todo lo que tienes en este mundo, tu casa del bosque, tu familia, tu habitación, todas tus cosas materiales; y el otro camino te lleva a un lugar que te es familiar pero recuerdas vagamente. En este lugar no tienes nada, ni a tu familia, ni amigos, ni tus cosas materiales. ¿Qué camino elegirías?
Fida se quedó muda por un momento, por un lado no quería perder a su familia, sus amigos, sus cosas, pero de pronto miró el broche que tenía prendido en el vestido y recordó el mensaje del cofre: Búscate a ti mismo para encontrar tu camino. ¿Adivinas que camino escogió?
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