Desde que empecé en el mundo de los hilos y las telas, bordar nunca fue una de mis prioridades, lo veía demasiado complicado y laborioso, así que opté por cosas más sencillas (o eso me pareció), aunque hace algún tiempo, y con la excusa de un regalo que se me metió en la cabeza que tenía que hacer, aprendí a bordar.
Al principio, como todo supongo, fue complicado y pensé en dejarlo, pero con un poco de perseverancia todo se consigue. Así que después de aquello ya me vi preparada para lanzarme al mundo del bordado de lleno, sin flotador ni manguitos, y me puse manos a la obra con un bastidor bordado, que iba a ser parte de la nueva decoración de mi habitación.
Con cuatro cosas contadas puedes hacer lo que sea (siempre y cuando le pongas las ganas y un poco de maña) así que a por ello que fui.
Hilo, aguja, tela, bastidor y el diseño es todo lo que se necesita, así que sin excusas y con paciencia...
Al principio mi idea era hacer sólo una libélula, pero las ansias me pudieron (además que el bastidor quedaba muy soso así) y acabé haciendo plantas para rellenar más el espacio
Para rematarlo recorté el sobrante de tela y con silicona caliente la pegué por dentro del bastidor. Queda genial y además es muy fácil.
Al final le acabé cogiendo el gusto al bordado y aquí me hallo, con una caja llena de hilos de mil colores, bastidores de distintos tamaños y un millón de ideas para decorar camisetas, cojines y todo lo bordable que existe en este planeta