Hoy os quiero enseñar un cambio de aspecto de esos que se hacen en 5 minutos, de algo tan funcional como es una barrera de las que se ponen en la escalera para que los niños pequeños no suban (o bajen).
Estaba yo una tarde, esperando a que los gemelos terminaran la clase de Inglés para irnos a la feria (hemos estado en fiestas la semana pasada) y mirando la barrera pensé lo poco bonita que era... Que las hay de madera, pero como es una cosa que tiene una vida útil corta, no merecía la pena esmerarse...
Pero pensé en lo que le podía poner y se me ocurrió coger un par de rollos de washi tape que tenía: uno con topos dorados y fondo gris clarito y otro de color bronce con topos pequeños en color crema.
Así que empecé a pegar por los frontales, los que eran rectos...
En la parte móvil, el dorado, y en la parte fija, el oscuro.
Y en cinco minutos, la barrera parecía otra.
Aquí os enseño cómo estaba antes del cambio:
Un "pegote" en la escalera... Pero ahora, queda más alegre, ¿verdad?
Y es que el washi tape tiene la capacidad de dar alegría a cualquier cosa.
¿Vosotras también sufrís de la washimanía? ¿Cuál es el sitio más raro donde lo habéis puesto?