Si a eso le sumas que te lo pide una amiga de hace mil años... ¡uff! ganas de acertar, de pillar bien la idea de la madre, de que el conjunto sea lo justo en cuqui y lo justo de moderno... vamos, nervios. Está claro que si no le gusta se lo modifico, pero me gustaría que fuese lo imaginado.
Esta mañana he conocido a Anna, la hija de mi amiga Gemma, un bebé precioso y super simpático. Hace ya tiempo me encargó un cuadro para su habitación en tonos naranja, amarillo y blanco con una tortuga (complicado ¿eh?). Bueno... este es el resultado, ¿qué os parece?