Reconozco que soy la primera en pasarme la vida haciendo wish list o deseando mil cosas con ese "ay si me toca" en la mirada del anuncio de la lotería. Y no dudo que sería estupendo que nos tocasen unos cuantos millones, para qué negarlo... Pero viendo ese tipo de anuncios uno podría pensar que la felicidad sólo se alcanza conduciendo un Lamborghini... y entonces llega Instagram para demostrarnos que la felicidad no tiene nada que ver con ganar la lotería.
¿Porque acaso está Instagram llena de fotos Lamborghinis y yates? pues parece que no, vale no es que yo siga mucho a Cristiano Ronaldo, pero sí a muchos otros "ricos oficiales" y sus cuentas son muy parecidas al común de los mortales, con sus cafés (qué sería de instagram sin los cafés???) sus niños haciendo monerías, sus flores, y sus cielos azules... Pudiendo fotografiar lo que queramos, no deja de ser curioso que a todos nos apetezca recordar ese desayuno tranquilo de los domingos, un paseo de la mano de tu hijo pequeño, el color de las primeras flores de primavera o esos nuevos zapatos que nos acabamos de comprar.
Y es que Instagram se ha convertido en el máximo exponente de esa gran frase "la felicidad está en las pequeñas cosas" (microfelicidad la llamamos en casa) y ha llenado el ciber espacio de flores, playas, atardeceres, cañas de cerveza, vinos, niños jugando, mascotas, bicis, dientes de león (nunca habíamos visto tantos dientes de león antes...), puestas de soles o tiovivos.
Para mí desde hace un tiempo se ha convertido en una de las redes sociales más divertidas, y creo que lo que tiene de especial y lo que la hace diferente a las otras redes sociales, es el hecho de tratar de condensar una historia en cada foto , (el storytelling que tan bien nos cuenta Baballa) o al menos de trasmitir una emoción, que nos permite la ilusión de convertirnos en pequeños directores de marketing por un breve momento :-).
No os voy a hablar de su funcionamiento, ni de los hastags principales (en este post de Rubirroja o en este otro de CBDA lo explican mucho mejor), sólo quería darle un repaso esta semana a esta red social que al menos a mí me ha dado muchas satisfacciones: por un lado tener un álbum de fotos lleno de "sensaciones" de muchos momentos buenos, por otro, estar en contacto con personas muy diferentes (desde los amigos de siempre, bloggers o actores o escritores que siempre me han gustado, personas que viven en sitios tan diferentes como Massachusetts, Minesota, Alemania o Finlandia y de paso echarle un vistazo a sus paisajes...) y por supuesto la inspiración a la hora de hacer fotos. Porque aquí no se trata sólo de posar con morritos (a no ser que seas adolescente, claro), si no de jugar a encontrar tu "ojo de fotógrafo" y un enfoque que consiga trasmitir.
Y una vez que empiezas, es muy adictivo... repasando mis ya 829 fotos, ya veis que he completado todos los tópicos: cafés y más cafés, vinos, amigas, cervezas, columpios, dientes de león (cómo no..), flores, cielos, atardeceres... Niños jugando, graffittis, pies (qué sería también de Instagram sin pies??), flores, frutas... creo que no me he dejado ni uno :-).
Así que si no nos toca la lotería (por estadística a la mayoría no nos va a pasar...), al menos, siempre nos quedarán nuestros albumes llenos de microfelicidad en Instagram :-)
Fuente: este post proviene de So Sunny, donde puedes consultar el contenido original.
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