Mi madre deseaba regalar un pastel de pañales, le dije que trajera lo que quisiera para meterle en él, biberones, botones de colonia, sonajeros, etc, y un peluche para lo alto.
Me trajo lo que quiso y, lo que es peor aún, lo que yo no quise. Vino con una caja grande de talco, difícil de poner entre los pañales, un bote de un litro de gel, aún más difícil de camuflar o meter sin que desentonara, un paquete de toallitas para limpiarse y, en lugar de un peluche, decidió que un caballito que le había gustado bastante estaría mucho más mono.
Soy una perfeccionista. Si una cosa no me encaja puedo cambiar toda la idea inicial para ajustarla a esa cosa pero jamás la incluiré en la idea inicial si no me cuadra. El caballito no me cuadraba, demasiado oscuro y de colores fuertes, no me daba la idea de ternura que deseaba para la tarta. Decidí hacer una "tarta" creada para el caballo en su lugar.
Pensé en un fuerte, al estilo de los castillos que ya pululan por ahí y empecé a diseñarlo en mi mente. Si cerrara los ojos y me dejara llevar casi podría visualizarlo. El fuerte con sus altas torretas situadas en cada esquina y gran portón, un patio central con escalinatas para acceder a la parte superior, indios y vaqueros entablando una dura batalla en la que no se sabe cual de los dos bandos vencerá...
Freeeeena vaquera!!!!.
La realidad viene y me deja las pistolas cargadas con pólvora mojada. No deseo usar una base demasiado grande, al menos no más que una bandeja grande de cartón (ocupa como la mitad de un papel seda) y no quiero meter el caballito dentro del fuerte por lo que, en el espacio restante, se quedaría un cutrefuerte en lugar de mi sueño.
Sigo pensando y al fin mi bombillita de ideas se decide a echar una mano decente. Una granja. Una cabaña con su cercado, abrevadero para caballos, portón de entrada con el nombre del niño....
Para, para, para, vuelves a irte por las ramas.
La realidad vuelve a dar su opinión y, aunque a estas alturas desearía que se fuera con ella a otra parte, no me queda más remedio que prestarle atención. Está bien. Bandeja pequeña --> idea pequeña --> rancho pequeño. Puedo hacer la cabaña con los pañales, un abrevadero con la caja de talco y un molino de aire de aspas movibles con el bote de gel.
Y aquí está Rancho pañales (o rancho según el nombre del niño).
El tejado lo puse un poco ajustado, quizás de más, pero temía que se doblara malamente cuando le pusiera la envuelta de plástico así que lo hice a ras de los laterales. Más bonito quedaría un pelín más ancho. Muestro detalle con las líneas que dibujé con rotuladores y ceras sobre cartulina marrón:
La caja de talco tiene alrededor esponja recortada a modo de rocas con ayuda de tijeras y en lo alto un redondel de cartulina. el molino de aire podría haberlo camuflado de otro modo, cartulina o también esponja, pero preferí usar más pañales porque me quedaban y si algo tengo claro es que no voy a usarlos personalmente. Las aspas de arriba giran con sólo darle vuelta al palillo y lo hacen muy velozmente (ese sistema lo ideé para unos molinos que diseñé para que me hicieran niños en un taller de manualidades extraescolares).