Esta pregunta me ronda desde hace muchos años, siempre he sido diferente a las demás personas que me rodeaban, y me rodean, ni mejor ni peor, diferente.
Independiente, con cien mil cambios de humor al día, mis principios siempre por delante, no soy de bailarle el agua a nadie, pueblerina hasta cierto punto, mente abierta, creativa, muy anti taurina, flamenca, asustona, envidia a la vida ?perro flauta?, muy andaluza, trabajadora, muy defensora de los animales, humilde, bloggera, muy positiva, anti alcohol y drogas, vegana, soñadora, respetuosa, eso sobretodo, RESPETUOSA.
Ese es el error de moda, no nos respetamos. En mi vida diaria son muy pocos los que me aceptan tal y como soy, pocos me hablan sin intentar convencerme de que algo va mal en mi cabeza, por intentar luchar por lo que me gusta, por emprender o por tener mi casa vacía de muebles y no hacer un contrato de chorrocientos años con un banco, de lo que no se dan cuenta es que en compensación tengo una cabeza llena de miles de ideas de cómo será mi casa en un futuro.
Después de escuchar todos los días a muchas personas intentando convencerme de que es mejor dedicarme a un sitio donde trabaje X horas a la semana y ganar un sueldo fijo a fin de mes, he comprendido que al final escuchas a quienes tú quieres, a veces es mejor pensar en otra cosa mientras esas personas te repiten por vigésima vez sus “consejos”, son demasiados.
Mientras, estás pensando en que llegarás a casa y abrirás las veinte mil redes sociales que llevas al día, que al principio era una obligación para que tu blog tuviera más de 0 visitas diarias pero a los meses lo que menos te importa es eso, porque te apoyas en ellas, en las demás compañeras que luchan como tú día a día por lo que les gusta.
Ahora es cuándo por fin entran en mi blog y comienzan a leerme, eso me llena de una felicidad que no puedo describir aquí. Hace unos días decíamos que recibir un pedido era como recibir un regalo, y es que existe tanto trabajo detrás de ese pedido? Que cuando me hacen uno, solo puedo dar las gracias.
Pero también doy las gracias a esas otras compañeras que estáis todos los días, que un día no es normal si la @elbauldelamary no da los buenos días a las siete de la mañana con una foto que mientras terminas de despegar el ojo de la almohada te hace reír, sin un mensaje directo de @telaylana, sin una conversación muy loca de @mamanenufar y @elbauldelamary que te hacen reír aunque la cosa no vaya contigo, los sellos preciosos de @dulcedesespera y por supuesto sin un correo de @alfilermolon que tanta importancia han cobrado para mí.
Y es que hacía mucho tiempo que empecé a pensar que la humildad y el compañerismo se habían esfumado por algún sitio, ¡pero no! Vosotras y muchas más demostráis lo bonito que es ayudarse y quizás una notificación, un correo o un comentario en un post te hacen levantar el ánimo durante el día más negro.
Tres personas, simplemente tres personas han confiado en mí desde cero, y sois vosotros, papá, mamá y David y ya os repito cada día todo lo que sois para mí. Gracias.
Hace días no sé ya en que blog, leí algo que me hizo pensar, decía, que la familia te toca pero a los demás los eliges tú y que razón lleva.