Ya hace un tiempo que tenía el antiguo aparador del abuelo de David dando vueltas por la casa. Se vino de mudanza con nosotros pero no había tenido ni un momento para prestarle la atención que se merece.
Es una pieza entrañable a la cual yo ( y sobretodo él) le tiene mucho cariño y claro, he tenido que repensar cómo iba a transformarla en una pieza única con personalidad propia.
Aparte de dotar a la entrada de un ambiente muy acogedor por sus colores naturales y pasteles nos viene fenomenal como zapatero ya que está justo en la entrada de casa.
El proceso de restauración ha sido lento pero lo he disfrutado plenamente, eligiendo cada detalle con mucho mimo y sabiendo muy bien que el aspecto final valdría la pena.
Todo empezó así...
Este era el aspecto del aparador antes de caer en mis manos, ¿demasiado oscuro, rústico y antiguo, verdad?
Poco a poco fuimos quitándole años y dotándole de personalidad...
Al final me decanté por dejar la parte superior en madera natural para darle claridad al mueble y pinté el resto con un sutil rosa antiguo.
Los tiradores son clave, de cerámica blanca con números dibujados en negro, le dan al aparador un toque final muy característico que me encanta.
A mi parecer he creado un espacio único y con encanto el cual me encanta observar...¿y tú, tienes algún espacio con encanto en tu casa?
Disfrutad del miércoles...