Susurros en la Cabaña

En lo profundo de un bosque, alejado del bullicio de la ciudad, se encontraba una antigua cabaña que guardaba más secretos de los que su apariencia revelaba. Hanny, una niña de 12 años con una imaginación desbordante, estaba emocionada por pasar el fin de semana en ese lugar lleno de misterio junto a sus padres, Aaron y Bri.

La cabaña, rodeada de árboles altos y el constante murmullo del viento, tenía ese encanto rústico de las historias antiguas. Las primeras horas en la cabaña fueron de pura exploración y aventura para Hanny, quien se deleitaba descubriendo cada rincón. Su habitación tenía una ventana que daba al corazón del bosque, donde la luz de la luna se filtraba entre las ramas de los árboles, creando sombras danzantes.

Esa noche, Aaron y Bri salieron para celebrar su aniversario, dejando a Hanny sola por primera vez en la cabaña. Estaremos de vuelta antes de medianoche, le aseguraron con una sonrisa, sin imaginar lo que la noche deparaba.

La tranquilidad de la cabaña se quebró cuando Hanny comenzó a escuchar sonidos extraños: crujidos en el piso de madera, susurros apenas perceptibles que parecían venir de todas partes y ninguna a la vez. Al principio, pensó que era su imaginación, pero los sonidos se hicieron más claros, más cercanos.

Con una mezcla de miedo y curiosidad, Hanny tomó una linterna y decidió investigar. Los sonidos la guiaron a la sala, donde una serie de fotografías antiguas colgaban en la pared. Al acercarse, notó que los ojos de las personas en las fotografías parecían seguirla. Su corazón latía con fuerza, pero su valentía la impulsaba a seguir adelante.

De repente, la linterna se apagó, sumiendo a Hanny en la oscuridad. Los susurros se intensificaron, y sintió una presencia a su lado. Con un grito, encendió nuevamente la linterna, revelando que no había nada ni nadie cerca. Respirando hondo, Hanny recordó las historias de valentía que su madre solía contarle, y se armó de coraje.

La niña siguió los susurros hasta la cocina, donde encontró un viejo libro de cocina abierto en una receta que no parecía de comida, sino más bien un conjuro. Los susurros parecían emanar de las palabras en la página, invitándola a leerlas en voz alta.

Hanny, sintiendo una mezcla de temor y fascinación, comenzó a leer el conjuro. A medida que pronunciaba las palabras, una brisa fría recorrió la habitación, y los susurros se silenciaron abruptamente. Un destello de luz surgió del libro, y luego, todo volvió a la calma.

Confundida y asustada, Hanny cerró el libro rápidamente. Los ruidos habían cesado, pero la atmósfera de la cabaña se sentía diferente, como si algo hubiera cambiado. Decidió no contar nada a sus padres al regreso, pensando que tal vez solo había sido su imaginación.

Pasaron los días, y la familia regresó a la ciudad. Pero Hanny no podía olvidar esa noche. A veces, en la quietud de su habitación, creía escuchar los susurros lejanos de la cabaña, recordándole que hay secretos en este mundo que están más allá de nuestra comprensión.

Los susurros en la cabaña se convirtieron en un misterio sin resolver para Hanny, un recuerdo de una noche donde la línea entre la realidad y la imaginación se desdibujó. Y aunque nunca volvió a visitar esa cabaña, las sombras de aquellos susurros siempre la acompañarían, recordándole que hay historias que, una vez comenzadas, nunca terminan realmente.

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