Nacida y criada en Los Ángeles, California, Sheila mostró un temperamento artístico desde temprana edad y ha estado creando arte desde que tiene recuerdos. A los 19 años vivió en Italia, Francia y Bélgica, y a su regreso se embarcó en su camino creativo. Varios años más tarde, como madre soltera que trabajaba duro para mantener a sus dos hijos pequeños, pintaba por las tardes como una via de escape creativa. Una noche, mientras trabajaba, miró la pintura y pensó: Esto es una mierda, así que ella sumergió su cepillo en pintura y empezó a lanzarlo. Entonces ocurrió algo mágico: había una escena en el lienzo que acababa de fluir. Ese momento la cambió profundamente.
Desde hace años la pintura al óleo, acrílica y acuarela hasta la joyería y la fotografía arquitectónica, han sido un sorprendente salto a su actual pasión por las colchas de patchwork. Su mayor afinidad radica en el retoque improvisado, así como en la pintura con tintes intensos y diversos aspectos del diseño de la superficie. Tanto como si se trata de una mariposa posada en su alféizar de la ventana, un pájaro en su jardín o los colores de un pez tropical, Sheila encuentra inspiración en el mundo natural, así como en la bulliciosa metrópoli. Esta dualidad se manifiesta en su obra a través de diseños audaces y gráficos yuxtapuestos a creaciones más silenciosas y fluidas, amorfas.