Pedro Almodóvar ha ido creciendo en su doble faceta de guionista y director a lo largo de su trayectoria. Es a finales de los 80, a partir de Mujeres al borde de un ataque de nervios, cuando su cine empezó a ser más rico y convincente desde un punto de vista narrativo, estrictamente cinematográfico. Sin embargo, sus películas de los 80 son también muy valiosas, pues posiblemente sean las más personales ?o, al menos, las más singulares- de su siempre interesante filmografía. Qué he hecho yo para merecer esto es una de esas obras que, a pesar de sus imperfecciones, de una dirección que no alcanza el virtuosismo estético de posteriores trabajos, nos introducen en un universo fílmico enormemente personal y atractivo.
Sí se aprecian en Qué he hecho yo para merecer esto, en cambio, muchas de las constantes de su cine, empezando por esa heroína anónima a la que disecciona con admirable precisión y gran cariño. Como también ocurre en buena parte de sus creaciones, ese y otros personajes femeninos adquieren mayor protagonismo y profundidad que sus ?partenaires? masculinos, a pesar de que entre estos últimos haya igualmente más de una joya.
Es, por otra parte, una inspirada inmersión en los padecimientos de la clase obrera, en esa Madrid de barrios pobres, de edificios feos, de venta de drogas, de machismo, de prostitutas y chaperos, de buscavidas, de pícaros y seres marginales. Un ambiente que Almodóvar no edulcora pero que, como a su imperfecta y luchadora heroína, trata con una mirada, sino benevolente, sí provista de comprensión y cercanía. Es un trasfondo dramático al que imprime de sus habituales dosis de humor, de un toque de realismo mágico y de uno de los más emotivos finales de su filmografía.
Cualidades artísticas y sociológicas aparte, Qué he hecho yo para merecer esto pasará a la historia de un nicho cinematográfico muy concreto: el de los films con escena tejeril. Son muchos los trabajos de Almodóvar en los que un personaje aparece realizando alguna labor (punto, ganchillo, bordado, encaje de bolillos?), pero en esta película figura una hilarante escena tejeril. La protagoniza Chus Lampreave -cosa que ya asegura su paso a la posteridad-, que le suelta a una perpleja Verónica Forqué, entre otras lindeces, la siguiente frase: ?no te invito a pasar porque estoy liada con el punto?. No os perdáis el interesante film ni tampoco esta impagable escena.
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Otras películas con escenas tejeriles:
La vida en rosa.
El milagro de P.Tinto.
Bajo las estrellas.
La niña de tus ojos.
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