PuntoMom (II): mucho más que un congreso

La semana pasada te conté por aquí lo increíblemente bien que lo pasamos en PuntoMom, lo mucho que disfrutamos del congreso, del talento a raudales que se vio reflejado en todas y cada una de las ponencias, de la profesionalidad y genialidad que demostraron María y Patricia al organizar un evento de estas características. Te hablé de lo mucho que me hizo reflexionar PuntoMom, de la experiencia personal que supuso, de la cantidad de gente que me permitió conocer, descubrir... Te conté todo esto pero hubo una parte, la del viaje, la estancia, la cena... la de esos momentos vividos en torno al congreso que quise dejar para otro post. No quería saturarte con el anterior pero tampoco quería dejar de recordar un viaje que me hizo protagonizar un fin de semana inolvidable. Uno que empezó en un tren destino a Oviedo, con casi cuatro horas de viaje por delante...


Tiempo para reflexionar, imaginar, para preguntarme una y mil veces cómo sería PuntoMom, a quién vería, con quién me reencontraría... Muchas preguntas, muy pocas respuestas y cuando quise darme cuenta entraba en Oviedo.
Estaba deseando llegar al hotel. Y qué hotel, el Ayre Oviedo, de Santiago Calatrava, un edificio que por fuera impacta y por dentro no hace más que poner de manifiesto la magnitud de la obra. El recibimiento no pudo ser mejor, se notaba y mucho, que veníamos a PuntoMom. Cuidaron hasta el último detalle empezando por la carta de bienvenida que nos dejaron en la habitación. 


A la mañana siguiente, ya en el desayuno, llegó el momento de los saludos, los encuentros, la ilusión de ver a las primeras ponentes... 
Del congreso te he contado mucho, pero si te apetece ver más no te pierdas los videos que hicieron Olga y Aina y que resumen a la perfección lo vivido allí.
Terminado el congreso, cuando parecía que había acabado todo, lejos de haber un punto y final no fue más que un parón que nos permitió coger fuerzas para disfrutar de la cena de despedida. Hubo tiempo para descansar en el hotel y asimilar, aunque solo fuera un poco, la experiencia tan increíble que estaba viviendo. Aquí los detalles que incluyeron en el "tote bag" que nos dieron en el evento. 


Y llegó el momento de la cena y siempre lo recordaré como esa ocasión única de profundizar con aquella gente que descubrí en PuntoMom, en muchos casos de iniciar la relación con muchas otras y en otros, de volver a estar, a compartir un rato de conversación que no pudo ser más agradable. La cena tuvo lugar en 26º grados, un restaurante que me encanta y del que os hablé aquí


El domingo fue día de despedidas, de intercambio de teléfonos, de deseos sinceros de volvernos a ver, de volver a vivir una experiencia tan enriquecedora... En el viaje de vuelta hubo lugar para la reflexión, para responder a todas y cada una de aquellas preguntas que en la ida no parecían tener respuesta; tiempo de perder la mirada tras el cristal y dejarme llevar por la belleza del paisaje; tiempo, también, de compartir un café con Silvia de Manopla Studio, a quién había conocido un día antes y ya parecía que nos conocíamos de toda la vida. Esa es la magia que esconde el apasionante mundo de los blogs y que reflejó con nota PuntoMom, ese poder de hacerte conectar con gente a quién parece que ya conoces. 
¡Hasta el próximo año!
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