Tiempo para reflexionar, imaginar, para preguntarme una y mil veces cómo sería PuntoMom, a quién vería, con quién me reencontraría... Muchas preguntas, muy pocas respuestas y cuando quise darme cuenta entraba en Oviedo.
Estaba deseando llegar al hotel. Y qué hotel, el Ayre Oviedo, de Santiago Calatrava, un edificio que por fuera impacta y por dentro no hace más que poner de manifiesto la magnitud de la obra. El recibimiento no pudo ser mejor, se notaba y mucho, que veníamos a PuntoMom. Cuidaron hasta el último detalle empezando por la carta de bienvenida que nos dejaron en la habitación.
A la mañana siguiente, ya en el desayuno, llegó el momento de los saludos, los encuentros, la ilusión de ver a las primeras ponentes...
Del congreso te he contado mucho, pero si te apetece ver más no te pierdas los videos que hicieron Olga y Aina y que resumen a la perfección lo vivido allí.
Terminado el congreso, cuando parecía que había acabado todo, lejos de haber un punto y final no fue más que un parón que nos permitió coger fuerzas para disfrutar de la cena de despedida. Hubo tiempo para descansar en el hotel y asimilar, aunque solo fuera un poco, la experiencia tan increíble que estaba viviendo. Aquí los detalles que incluyeron en el "tote bag" que nos dieron en el evento.
Y llegó el momento de la cena y siempre lo recordaré como esa ocasión única de profundizar con aquella gente que descubrí en PuntoMom, en muchos casos de iniciar la relación con muchas otras y en otros, de volver a estar, a compartir un rato de conversación que no pudo ser más agradable. La cena tuvo lugar en 26º grados, un restaurante que me encanta y del que os hablé aquí.
El domingo fue día de despedidas, de intercambio de teléfonos, de deseos sinceros de volvernos a ver, de volver a vivir una experiencia tan enriquecedora... En el viaje de vuelta hubo lugar para la reflexión, para responder a todas y cada una de aquellas preguntas que en la ida no parecían tener respuesta; tiempo de perder la mirada tras el cristal y dejarme llevar por la belleza del paisaje; tiempo, también, de compartir un café con Silvia de Manopla Studio, a quién había conocido un día antes y ya parecía que nos conocíamos de toda la vida. Esa es la magia que esconde el apasionante mundo de los blogs y que reflejó con nota PuntoMom, ese poder de hacerte conectar con gente a quién parece que ya conoces.
¡Hasta el próximo año!