No soy de Reyes, ni de Reinas, ni de Príncipes ni Pincesas. No, no soy nada monárquica.
Estos, los majos me caen algo mejor pero tanta corona, tanto guante, tanto broche de zafiro, anillacos de rubíes, terciopelos, pieles de armadillo y demás....no sé, nunca han sido del todo de mi devoción.
Claro, esto lo digo ahora, pasados los años, toda valiente. Ahora que sé quiénes están debajo de tanto ropaje y abalorio, ahora que sé que aunque diga esto o aunque no me porte del todo bien (qué presión y qué obsesión con esto....bufff).... algo cae.
En casa somos más de Olentzero, del gordinflón, carbonero que carga los regalos en un saco y tiene hermosos coloretes que no se sabe 100% si se deben al frío, al viento que curte al bajar del monte o al vino tinto al que es muy aficionado este hombretón.
Para mí, la noche de Reyes huele a sopa de ajo (como Mafalda no puedo ni verla pero...es tradición en casa), a chimenea, a roscón (más bien a roscones en plural, los que mi ama va metiendo uno tras otro en el horno un pelín picada para ver cuál de ellos queda más espectacular y sin darse cuenta que para cuando está metiendo el haba en el siguiente....el anterior ya ha volado), a betún para dejar bien limpios los zapatos (la limpieza podría ser directamente proporcional a los regalos encontrados junto a nuestro zapato, vaya truco eh aita?...jejeje) y a algún licor que repartimos equitativamente en 3 vasitos colocados junto a un plato de dulces y el cubo de agua para los camellos.
No hay duda que es una noche mágica, llena de ilusión para muchos y para mí también ya con un toque de....esto se acaba y las vacaciones se esfuman, pero con la sensación de haber sacado chispas un año más a las navidades.
Feliz Noche de Reyes a todos!!