En desvelo, se agolpaban los mejores recuerdos de
el bailarín, su chico,
su voz firme, su profunda mirada.
Su mente recreaba la melodía, su danza, su risa.
Algunos sonreían,
Otros más, con gesto duro,
Le contemplaban y juzgaban.
El bailarín, bailaba para sí,
Para sus fantasmas, sus espíritus, lo sabía,
Nada le distraía, solo hervía
En su cabeza, en sus venas,
Que era el momento de demostrarse lo que bien sabía que era;
Y se repetía, hasta el cansancio, divertido:
Los chicos no lloran, solo saben bailar!