Siempre he sentido una fuerte atracción por toda clase de piedras. Incluso tengo una colección de piedras que recojo de mis viajes (éstas no son cristales, pero para mi son especiales porque me traigo parte de la energía del lugar).
Soy consciente de que hay mucho escepticismo sobre el tema, y lejos de tratar de convencer, sí que me gustaría normalizar la existencia de la energía. En un antiguo post ya hablé sobre el tema, así que no me extenderé aquí. Sólo recalcar que si alguien como Nikola Tesla ya habló sobre las piedras como elemento vivo y portador de energía propia, será por algo.
Una piedra por sí sola no va a solucionar tus problemas, eso es obvio. Pero si comprendemos que los humanos emitimos una energía inestable y cambiante y la energía de las piedras, en cambio, es estable, y además, lo estable siempre equilibra a lo inestable, pues ya tienes la respuesta.
No se trata de aprenderse de memoria qué dicen los libros sobre las propiedades de cada piedra (aunque es bueno tenerlo en cuenta). A mi me gusta más experimentar con cada una, comprobar cómo me hace sentir, tocarla, observarla, escucharla… Si una en concreto a llegado a ti de la manera que sea es por algo.
No se trata de magia, creo necesario quitarle un poco de misticismo al asunto. Son diferentes tipos de vibraciones que se entremezclan con las nuestras y provocan un cambio sutil. Una piedra no te va a traer riqueza, pero sí que puede ayudarte a que te abras a la abundancia porque está actuando en tu campo vibratorio.
Y por eso me gusta usarlas en mis Diosas y también, muchas veces, en las sesiones de reflexología, como complemento a la terapia en sí.
Si no conocías mucho sobre el tema, espero que esta introducción te haya servido para darles una oportunidad a las piedras para formar parte de tu vida. Y si las conocías, pues espero que te haya gustado este enfoque. En futuros posts te hablaré sobre cómo limpiarlas, cargarlas y utilizarlas.
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Un abrazo!