La Santa Espina es un pueblo muy pequeño que está próximo a Valladolid, en los Montes Torozos. Antes de llegar al pueblo, te encuentras con el Monasterio, que para mí es uno los lugares de la provincia con más encanto. El motivo es la tranquilidad que se respira y la belleza que encierra esta zona rodeada de un inmenso monte de encinas y quejigos.
Un lugar ideal para disfrutar con los más pequeños. Ya hemos ido en varias ocasiones pero siempre que vamos con Sofía y sus primas parece una primera vez. Siempre descubren algún lugar nuevo, disfrutan de algún juego... son capaces de redescubrir la zona y llenar de encanto y magia la visita. Esta vez, elegimos una de las muchas zonas verdes que rodean al Monasterio para, en mi caso, hacer algunas fotos; y en el suyo, jugar a hadas, princesas? imaginar que iban a lomos de un valiente y bello caballo, el veloz Angus, siendo la princesa Mérida y correteando por la zona como si no hubiera mañana. Es increíble lo poco que necesitan para ser felices.
Y claro está, después de una intensa y completa jornada de juegos, decidieron que ya era hora de retomar fuerzas, así que prepararon un delicioso picnic a la sombra de un inmenso árbol.
Este es el cesto del que os hablé aquí, que pinté con chalkpaint y del que no se despegan. Pensé que lo utilizarían sólo en verano, pero llevamos todo el invierno con él y lo están dando mucho y muy diverso uso.
Después de ?su picnic? llegó la hora de comer para todos. Nos fuimos al Rincón del Labrador, un restaurante tradicional y con una calidad inmejorable en el mismo pueblo.
Platos caseros y con productos de la zona, más naturales imposible. No tengo fotos, pero para la próxima os prometo una amplia descripción del lugar y de su inigualable cocina.
Por la tarde, seguimos disfrutando de la zona, de sus parajes, y por supuesto del estanque, una de las zonas más bonitas. Vimos a los patos, ocas?
Una vez más, el juego abrió el apetito, así que de nuevo un paraje increíble donde poder ?acampar? y disfrutar de una deliciosa merienda que en casa hubiera supuesto una rutina más, pero que allí fue una auténtica fiesta.