Desde bien pequeñita he tenido un sueño, un sueño que de normal no tenía ni pizquita, era todo rosa, alegre y brillante, era suave como una nube... ¡o mucho mejor!... como una nube de algodón de azúcar, ese sueño me miraba sonriente y feliz, y me insistía.
¿En que me insistía?
En que un día todos esos sueños y pensamientos felices tendrían que servir para hacer felices a otras personas porque yo tenía la gran suerte de tener felicidad para regalar... y eso no es una suerte cualquiera...
Camine por muchos sitios, me fui haciendo mayor, trabaje aquí y allá y un día de nuevo soñé, soñé con papeles de colores, con tintas, con sellos, con amor y sobre todo con ilusión.
Y aquí me tienes, a casi mis 30 años rodeada de cosas preciosas, de esos papeles, sellos y tintas, envuelta en la creatividad... y eso querido lector es aluciflipante...
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