Cabría pensar en la inspiración como un ser etereo que se materializa a placer cada vez que necesitas de sus servicios, aportando, nutriendo y alentando mis más locos disparates, pero no. En mi caso particular, la inspiración nunca aterriza suavemente en mi hombro y me susurra palabras sabias. Es más bien una señora bajita con fuerte acento peninsular a la que yo llamo Karma, con bifocales, bastón y zapatos de farmácia, que me pega cuatro gritos y me suelta lindezas del tipo: Tienes una muy buena idea, demasiado buena para que no la desarrolles. Espabila ya consio!
Y espabilé, anda que no. Se me ocurrió un cuello tipo bandana, con un calado sencillo con forma de rombos, o pintaderas dobles, que se pudiese tejer con solo una madeja de lana. Y tenía esa madeja, una sola madeja de Madrilana, con metros de sobra para hacer lo que tengo entre las orejas. Nació el cuello Madrilana.
Y así lo bauticé, Madrilana, porque me acostumbré a llamarlo así mientras lo tejía y probaba, y me acabó gustando mucho como sonaba y las emociones que conjuraba en mi. Madrilana, para mi, auna la materia prima que alimenta mis sueños tejeriles, la pasión a la que he dedicado mi vida, y a mi familia lanera. Y como siempre les envié fotos a Esther y Javi, y me propusieron crear un kit. Mi primer diseño con una sola madeja en formato kit. Un pequeño paso para el hombre, un paso de gigante para esta tejedora.