Solete, ¡por fin!. Irene no para de hacer sonar sus castañuelas, toda contenta porque ha dejado de llover. Es muy duro eso de ser una bailaora vallisoletana…hay que tener valor de ponerse en tirantes ¡con 4 grados por la mañanita!, pero por esta tierra somos duras como piedras, y además no se nos olvida la chaquetilla para cuando refresca.
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