No lograba incorporarse, se apoyaba en troncos,
Algunos secos, huecos, otros más,
Se pulverizaban al ser tocados.
Casi le daba alcance el enemigo;
De sus heridas, de su sangre vertida, sacaba coraje;
No le darían alcance, se lo imploraba en grito apagado.
A lo lejos, algo brillaba, ¿eran espadas?,
¿Su pueblo o enemigos?, no importaba, ya no.
Su alma y espíritu eran fuertes, el cuerpo era un traidor,
Sin embargo, a él se aferraba,
Logró levantarse con un fuerte apoyo que
Halló hurgando en su mente: Ella misma!