Como muchos ya sabrán, ya hace tiempo que no trabajo en la recepción del Tacatán Playa. La crisis es lo que tiene, y me ha "animado" a buscarme la vida en otras cosas. Así fue como empecé a dar clases de punto, y después a escribir sobre tejer. Y a lo tonto llevo ya casi cuatro años dedicándome a trabajar en lo que me gusta, conociendo a gente maravillosa y aprendiendo cada día de todo lo que me rodea. No ha sido fácil, y no es que ahora lo sea más, pero llevo mejor la sensación de vértigo y el miedo al porvenir.
Durante estos años ha habido momentos en que me he sentido culpable de no ser capaz de encontrar un trabajo "normal", y me he esforzado mucho para conseguir salir adelante, como si eso compensara el gran pecado de estar en paro en la comunidad autónoma con más paro del país. Las voces de mi entorno no han condenado mis actos, pero no es que que hayan sido siempre alentadoras...
En un momento dado, harta de comérme la cabeza y sentirme mal por motivos absurdos, vi un anuncio en la tele que me cambió el chip. El del niño surfero del colacao.
No me engaño, se que es un anuncio y que poco o nada de lo narrado en él es real. Pero lo que cuenta me llegó, como a casi todos. El niño surfero que peleó para poder estar entre los chicos mayores y poder coger olas como uno más. Y mientras tanto surfeó cada ola que se le puso delante con entusiasmo y alegría, las olas buenas y las menos buenas.
Desde entonces, y sin saber yo nada de surf, me he subido sin miedo a cada ola que se me ha puesto por delante y me lo he pasado en grande. Algunas, muchas, me han tirado a las rocas, pero he disfrutado a tope de la mayoría, y todas me han enseñado algo.
Analogías aparte, me he dado permiso para disfrutar con lo que hago sin miedo ni verguenza. No ha sido fácil, menos aún llevando dentro a una niñita católica inmovilizada por la culpa y aterrada del futuro. Me he limitado a trabajar duro cada día, a procurar hacer las cosas bien, conociendo a gente maravillosa y disfrutando de lo que hago sin mirar para los lados. Lo que digan o hagan otros no me preocupa demasiado.
Y esa es mi principal intención para el 2014, surfear todas las olas que lleguen con entusiasmo y alegría, disfrutando y conviviendo con la sensación de vértigo. Conociendo a gente increible y, como siempre, saliendo adelante.