Cuantas veces nos hemos sentido cautivados por estas sillas, tan sencillas, plegables, tan monas y con colores irresistibles? Las suelen poner en las cabeceras de los pasillos en los hipermercados y son tan baratas, que, por el precio, no dudamos en comprarlas. Luego viene la desilusión porque el tapizado es simplemente un plástico, al estilo de los de forrar libros, que se reseca y agrieta mucho antes de que la silla se estropee.
¿Qué hacemos? Son tan útiles y ocupan tan poco espacio que nos da pena desprendernos de ellas, pero tampoco nos atrevemos a sacarlas ante un aumento de las visitas a casa y acaban siendo un trasto que ya sí ocupa espacio y ni alegra la vista, ni da servicio.
Hace tiempo tuve la oportunidad de aplicar esta manualidad y de verdad me sentí tan bien de no tener que tirar a la basura esas sillas.
Materiales:
50 cm de loneta (ahora compraría tela de mantel impermeabilizada porque se limpia mejor)
espuma de tapizar
grapas
grapadora
tenazas para arrancar las grapas
Proceso:
Primero deberás desmontar las sillas desenroscando los tornillos que fijan las tablas a la estructura con un destornillador.
Arrancar con las tenazas todas las grapas.
Cortar un trozo de espuma usando como plantilla las mismas piezas que vas a tapizar.
Cortar la tela dejando un margen de cinco a diez centímetros alrededor para fijar en la parte posterior con las grapas.
Colocar la espuma encima de la tabla y cubrir con la tela. Dar la vuelta y grapar primeros las 4 esquinas esquinas tensando la tela. Una vez fijadas las esquinas, se va grapando cada uno de los laterales hasta terminar con toda la piezas.
Por último, se colocan de nuevo los tornillos para armar las sillas como al principio.
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Gracias por haber visto todo el post y espero que puedan aplicar esta idea en casa.
Anna
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