Cuando una casa en el campo se queda deshabitada -por humanos- un tiempo, enseguida la ocupan otros seres vivos. Me encontré a mi regreso con que un armario mal cerrado había servido de morada de ratones. Resultado: un montón de sábanas roídas e inservibles... o reutilizables. Así comencé mis poco gloriosos pinitos en el noble arte del patchwork.
Evidentemente, en mis primeros intentos las costuras rectas brillan por su ausencia. Al ir mejorando me animé a comprar telas en un baratillo para probar nuevos proyectos.
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