Sendita5 es una artista que vende su curiosa obra de ilustración -aplica lejía a cartulinas negras-, en puestos ambulantes de calles céntricas y mercadillos medievales.
Imita la técnica que iniciara hace ya años Miquel Barceló despintando con lejía sobre cartulina negra. Aquél luego evolucionó aplicando dicha técnica a otros soportes más duraderos -como el yeso, las telas (lino, terciopelo) y los metales, entre ellos el titanio-.
“Una noche en el monte Pelado”, de Miquel Barceló (58 años) y Michel Butor (88 años), editado por Éditions de La Différence, es un libro realizado a partir de los dibujos del español Miquel Barceló, uno de los artistas contemporáneos más cotizados en el mundo.
El carnet con dibujos de danzas macabras realizados con lejía y yeso inspiraron a Michel Butor, figura legendaria del movimiento literario “Nouveau Roman”, para escribir una serie de poemas.
La edición limitada de 99 ejemplares adquiere la forma de un conjunto de ocho rollos conservados en el interior de un cofre de madera de tilo. En estos rollos de treinta centímetros de altura aparecen textos e imágenes dibujados con lejía sobre papel negro.
Los dos artistas ya habían trabajado en un proyecto que no había arrojado “ningún resultado interesante”, explicó Barceló en una entrevista que concedió a Jordi Bataller en su estudio en París.
La segunda colaboración, que sí ha sido fructífera, comenzó tras el viaje de Barceló a una isla volcánica cerca a Cabo Verde de donde volvió con un cuaderno pintado con lejía. O más bien, como precisa el artista catalán, “despintado con lejía”. Porque la técnica consiste en hacer emerger las figuras de un fondo negro. El resultado es una suerte de “danza macabra que se va transformando en fósiles, en un mundo marino y mineral de esta isla en la que no hay ni una sola yerba”. .
Barceló le dejó el cuaderno a Butor, que luego escribió unos poemas que el artista español describe como “muy directos y musicales porque Michel es un melómano, son poemas de una gran frescura y sabiduría porque es un hombre que siempre ha sido muy sabio”.
Sobre la utilización de la lejía, el artista aclaró que todo empezó cuando quiso pintar albinos en Malí. A medida que fue utilizando la técnica, se dio cuenta no solo de que sí funcionaba sino también de que “todos somos albinos”.
Para Butor, todos estamos de alguna manera “despigmentados”.
Barceló subrayó también la ironía de que él, siendo un artista de la materia, se dedicara a “pintar con la anti-materia” , y pudiera quitarle a la obra “un 0,001 de pigmento”.
En cuanto al olor a la lejía, Barceló aclaró que es un producto muy tóxico que lo obligaba a dejar las ventanas de su estudio abiertas ya que trabaja hasta altas horas de la madrugada en sus obras utilizando siempre una máscara que “parece la de un astronauta”.
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