George Cukor dirigió en 1939 esta película originalmente titulada The Women, basada en la exitosa obra de teatro homónima escrita por Clare Boothe Luce. Una sátira de la alta sociedad neoyorquina que retrata más de una decena de personajes femeninos. En la película, de hecho, sólo aparecen mujeres. Ni siquiera vemos un extra hombre ni suena una voz masculina. Una peculiaridad que obliga a los guionistas a realizar más de un brillante ejercicio de estilo, como reducir la presencia de los varones a llamadas telefónicas y mensajes escritos o poner sus palabras en boca de otros personajes ?pienso en la bien resuelta escena de la discusión marital, recreada por el diálogo entre las criadas?.
Las mujeres es otra de esas películas que explican por qué el Hollywood clásico era considerado una fábrica de sueños. Si todavía resulta fascinante, es fácil imaginar el efecto que debía causar en los espectadores de la época ver el tren de vida de los ricos estadounidenses. Las casas, las fiestas, los pasatiempos y, por supuesto, la moda: incluyendo la deslumbrante secuencia del desfile en technicolor ?secuencia que Cukor quiso eliminar, cosa que hubiera sido una pena?. Todo en el film es enormemente seductor, empezando por la belleza y talento de las actrices.
Este espléndido largometraje deparar una de esas raras ocasiones en las que todos sus elementos son magníficos. Buena dirección ?no es ninguna sorpresa con Cukor a la batuta?; un afiladísimo, ingenioso e inteligente guión en el que prácticamente cada réplica es para enmarcarla; un reparto excelente; una música más que inspirada; y, finalmente, un apartado técnico impecable. Todo al servicio de este demoledor retrato de la (darwinista) lucha entre mujeres que, a pesar de ser muy crudo en más de una escena, no deja de hacernos reír. No ha perdido apenas modernidad casi un siglo después de su escritura.
Las mujeres incluye el placer adicional de ver a dos de sus actrices tejiendo. La primera es Lucile Watson, que interpreta a la madre de la protagonista. Sólo se sienta unos minutos en el sofá de la casa de su hija, pero le sobra tiempo para sacar el punto mientras le da a su retoña consejos matrimoniales.
La segunda es Rosalind Russell, protagonista de una escena tejeril aún más divertida. Ella ni siquiera necesita sentarse: en una de las reuniones con sus amigas de la alta sociedad, la vemos tejiendo de pie. Además, demuestra que puede hacer dos cosas a la vez, tejer y su afición favorita: malmeter en conversaciones ajenas. Justo después reaparece tejiendo ?ahora sí sentada? mientras ve el memorable desfile en technicolor. No nos gusta nada el personaje que interpreta Russell, pero sí que se lleve el punto donde le plazca.
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Otras películas con escenas tejeriles:
Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón.
Enredados (Tangled).
Desayuno con diamantes.
Copia certificada.
El mago de Oz.