APRENDEMOS...¿QUÉ?
Recuerdo un ayer cercano a los años 50, una anécdota hoy muy tierna, entonces extrema y aflictiva. Mi queridísimo y recordado padre José Agustín preparándose para asistir a una ceremonia en que como Oficial de Carabineros debía concurrir en "tenida de parada" luciendo una guerrera de fina lanilla blanca, orgullo de su impecable uniforme. Mi amada madre Toyita, recién la había escobillado depositándola sobre la cama con el cuidado de un bien preciado. Observaba como mi hermana mayor Sylvia, mi padre y mi madre, se esmeraban en ultimar los detalles de su partida a la ceremonia
Terminaban de lustrar aquellas hermosas botas de caña larga del más fino cuero (chantilly) - no olvidar que se trataba de una tenida de parada- y ahí estaba la escobilla que había dado un esplendoroso lustre a tan hermosas botas . Un fuerte impulso interior me indicaba que no podía ni debía ser tan sólo un espectador. Quería incorporarme a los que hacían, quería ayudar. Y...¡Qué mejor! Ahí estaba, sobre la cama, la hermosa guerrera de lanilla que con un blanco diferente lucía imponente, como si me estuviera esperando. Al lado la mejor escobilla, esa que tan fulgurante lustre había logrado en tan hermosas botas.Tomarla y pasarla con suavidad y firmeza a la vez, fue para mí uno solo, miraba ufano como queriendo publicar a los siete vientos, ¡yo también ayudo, yo también puedo! .De repente, un grito destemplado, desgarrador, irrumpe en el silencio laborioso de tan importantes tareas. Mi madre con una expresion de espanto en su rostro, miraba negándose a aceptar lo que tenía al frente. La imponente guerrera blanca, lucía un manchón negro provocado por mi laborioso aporte mientras lágrimas de desazon de impotencia, emergían de sus ojos queriendo desbordar por sus mejillas, todo su rostro. ¡Cabro de......, mira lo que hiciste! Yo continuaba sin entender, si lo que quería era ayudar,
Los protagonistas, algún tiempo atrás.
PARTICIPAR, y lo había logrado ¿o...nó? .Los minutos comenzaron a sucederse como si por magia demoraran mucho, pero mucho menos, pasaban veloces. Todos corrían sin atinar, hasta que ¡por fín! el talco, apareció como salvador de un hecho insuperable, alcohol, escobilla, talco, trilogía bendita, salvadora de lo hasta entonces, insalvable provocada por la angustia esperanzadora de mi madre quien con solícito esmero una vez más se empeñaba en que mi padre, su hombre, luciera gallardo y apuesto con su uniforme cuyo simbolismo de lo mejor de tan noble institución que representaba, lo enorgulleció hasta la muerte. Hasta hoy, este simple hecho inolvidable, me ha seguido con algunas de estas interrogantes.¿Qué es lo que realmente aprendemos? ¿Qué creen nuestros profesores que hemos aprendido en verdad? Cuándo un profesor se esfuerza porque sus alumnos aprendan, ¿está realmente centrado en la persona o en el ser humano que tiene al frente? Indudable que nuestro protagonista algo había aprendido, pero...¿que le faltaba aprender? Según el relato, podemos deducir que la transversalidad emerge claramente, lo que faltaba al protagonista era información. Hoy por hoy, lo que más abunda es información, las TIC se empeñan en trasladarlas a velocidades impresionantes, entonces ¿qué está pasando con los aprendizajes qué logran nuestros alumnos? Podemos hoy día hablar de ¿cantidad de información o calidad de los aprendizajes ?. Querido amigo (a), profesor (a), lector o lectora (a) los invito a ingresar a comentar, en fín a expresarse sobre nuestra educación, sí esa que acontece en nuestra pequeña aldea, aquí al sur del mundo. Sean todos muy bienvenidos al maravilloso mundo del currículum. ARTUPROF.