Alfombra

Alfombra

En la antigüedad, el término alfombra se usaba en el sentido más amplio que el actual: indicaba todos aquellos tejidos que servían para la decoración, por los que sus orígenes se confunden con los del tejido mismo. La alfombra propiamente dicha es una creación oriental y se distingue técnicamente del tapiz por su particular anudamiento. Fragmentos de alfombra encontrados en el Turquestán Oriental (que datan del S. V o VI) y en las excavaciones de Al Fôstat (El Cairo), de los s. VIII y IX atestiguan, con su técnica ya refinada y la decoración con dibujos geométricos y dibujos de animales, una larga experiencia anterior. Es opinión generalizada de que la alfombra fue introducida en el Próximo Oriente por los pueblos nómades del Turquestán, que en el s. XI ocuparon las regiones del Asia Central.

Turquía ocupa un lugar importante en la historia de la alfombra, especialmente bajo la dinastía Seléucida son los más antiguos ejemplares conocidos, como las grandes alfombras del s. XIII que adornaban la mezquita Ala ~ ed ~Din en Konya, actualmente en el Turkey Islam Eserleri Müzesi de Estambul. Anudados con el típico nudo “guiordes” (el más antiguo que se conoce, proporciona firmeza y solidez a la alfombra, con el cual se crean las decoraciones geométricas típicas de las alfombras turcas), presentan un único campo interior, decorado con motivos geométricos y geometrizantes, con bandas adornadas con letras cúficas, más o menos estilizadas. A la misma época pertenecen otras alfombras con más de un campo interno, dividido en varios cuadros adornados, como se ve en una pintura giottesca en la iglesia superior de Asís. En estrecha relación con estos modelos debió de estar la posterior producción anatólica, de decoración geométrica. También sería anatólico un tipo muy extendido, que aparece en muchos cuadros italianos de los s. XIV y XV, y reproduce motivos románicos tardíos y bizantinos y figuras estilizadas de animales.

A fines del s. XV se inicia en Persia una renovación en la composición y decoración de alfombras. Auténtica creación artística, la alfombra persa se enriquece notablemente en las fábricas: el dibujo se confía a los grandes miniaturistas de la época, que se valen de motivos decorativos ya en uso o inventan otros nuevos, inspirándose a veces en símbolos del arte chino y animados siempre de un vivo naturalismo. Este florecimiento coincide con la renovación político -cultural persa, y está relacionada con el alto grado de perfección y refinamiento al que había llegado el arte del país en todas sus expresiones. Dos bellísimos ejemplares de alfombra en medallón son el de seda, de la Colección Graffy, después en el Museo de Berlín, y el del Museo Poldi Pezzoli, de Milán, que es la más antigua de las alfombras fechadas (1522-1523), y que representa escenas de caza, guerreros, animales y fantasías florales. La producción persa se mantuvo elevada, en los s. XVI y XVII, alcanzando su punto máximo bajo el Sha Ablas I el Grande (1587-1628), quien incrementó su producción. Surgieron nuevos tipos, entre ellos las espléndidas alfombras “en vaso” o las “polacas”, de seda, tejidas con hilo de plata y de colores claros. Los centros más importantes fueron Tabiz, Kashan, Kerman y Herat. La influencia persa se dejó sentir en las regiones circundantes, como Anatolia, el Cáucaso y la India. La alfombra india deriva, en efecto, de la persa: producida en los s. XVI y XVII se distingue por su libertad de composición y por su acentuación de los elementos naturales y coloristas. El Cáucaso y las regiones circundantes produjeron alfombras originales, de excepcional efecto decorativo, fundiendo antiguos elementos anatólicos con la decoración floral persa. Este tipo, del que han quedado pocos ejemplares, se encuentra de nuevo en derivaciones del s. XVIII, así como en formas más tardías del s. XX (alfombras de Kashán).En Asia Menor, extinguida la producción de figuras estilizadas de animales, continuó la de los motivos geométricos, a los que pertenecen las llamadas alfombras “a lo Holbein”. La alfombra anatólica, producto de una artesanía que seguía esquemas tradicionales, mantuvo largo tiempo su originalidad. Hubo muchos centros de producción, siendo el más importante de ellos el de Usak. Pero también la producción anatólica sufrió la influencia persa, cuyos elementos decorativos, elaborados nuevamente y transformados, dieron vida a nuevos y fantásticos tipos, como los truenos y rayos, los de pájaros, los de medallón y los de estrellas, así como el tipo tan extendido de plegaria. En Egipto debió de tener gran importancia, ya que desde la Edad Media, la industria de las alfombras, de las que se recuerda las llamadas “de Damasco” y hoy definido más propiamente como “mameluco” que se distingue por los otros tipos orientales tanto por el material, de lana brillante, como por la técnica o por el limitado número de colores y la elaborada arquitectura de figuras geométricas extendidas alrededor de un motivo central. Todos los países orientales, además de los citados, fabricaron alfombras; por ejemplo, China, a partir del año 1000; Siria, con centro en Damasco, y otros, que pasaban sus productos a través de Transilvania para introducirlos en Europa. Pertenecen también al período clásico de esta industria las alfombras españolas que fueron elaboradas, bajo la influencia anatólica, en los s. XIII y XIV y en diversas ciudades árabes. Un ejemplo de este trabajo primitivo es la alfombra llamada “de sinagoga”, decorada con el simbólico candelabro.

Entre los árabes, dada su costumbre de arrodillarse, para rezar sus oraciones rituales, sobre pequeñas alfombras, la fabricación de estas piezas adquirió muy pronto un gran auge y esplendor. Rápidamente se extendió esta industria por el Norte de África y penetró en España, donde arraigó también, siendo muy famosas, a fines de la Edad Media, las fábricas de Alcaraz y de Cuenca; las de estas últimas lo fueron hasta bien entrado el s. XVIII, cuando empezaron a fabricar alfombras (siguiendo otra tradición europea más moderna) en la Fábrica de tapices de Madrid.

En cuanto a Europa, la fabricación de alfombras fue introducida desde Oriente. Entre los ejemplares más antiguos figuran los fragmentos conservados en el Monasterio de Quedlinburg, de una alfombra de lana coloreada, encargada por cierta abadesa Inés (1183-1203), con una dedicatoria al Papa y un dibujo que representa la unión del poder espiritual y del temporal. En Francia, en el s. XII, se producía alfombras afelpadas, realizadas por tapissiers sarrasinois, que tuvieron una corporación organizada. La producción en el resto de Europa fue más bien irregular y continuó dependiendo de los países orientales.

A mediados del s. XV se inició en Francia una verdadera competencia con Oriente, creándose 2 importantes manufacturas parisienses: la de la Galería del Louvre y la de la antigua Savonnerie, de Chaillot, a la que se añadieron otras en provincias. Esta producción, a pesar de que se la definía como tapiz a la façon de Perse, era completamente distinta de la oriental, y sus motivos ornamentales eran las hojas de acanto y los medallones floridos. No menos importantes fueron las manufacturas del s. XVIII de Passavant, en Exeter (Inglaterra); la ochocentista de Santa Bárbara, en España, y la polaca de Lacute, en Biezdziatka. Pero en el s. XIX empieza a extenderse la mecanización en la industria de las alfombras, así como el uso de las alfombras de felfa (moquetas) y las estampadas (sobre todo en Inglaterra). Por otra parte, se inicia en toda Europa la producción en gran escala de las imitaciones orientales. A fines del s. XIX, Austria y Alemania introducen en las alfombras estilizaciones, a veces abstractas, de motivos naturalistas, acentuándose el proceso de transformación en el s. XX.

Además de la auténtica alfombra artística, debe recordarse la rústica que, asimismo, tiene una calidad apreciable. Muy importantes son las alfombras rústicas españolas de derivación oriental, así como las portuguesas, búlgaras y lituanas, siendo totalmente independiente y original la producción de Suecia, Finlandia y Besarabia.

La historia de la alfombra abarca dos grandes tradiciones, la oriental y la occidental. La primera es más antigua y rica e incluye las obras de artesanos de Asia Central, Oriente Próximo, África del Norte, sur de la India y China. La tradición occidental, que deriva de la oriental, comenzó mucho después, gozó de gran originalidad en Francia durante los siglos XVII y XVIII, aunque en el siglo XIX sucumbió a la imitación y a la mecanización.

Las alfombras orientales en ciertos aspectos no han variado durante siglos. En su mayoría son de forma rectangular, aunque puedan encontrarse ejemplares cuadrados, circulares o hexagonales. Dentro de su formato rectangular el diseño se divide en borde y centro. El borde o marco está compuesto por complejas cenefas de diferente anchura y el centro puede contener un solo elemento central o un dibujo que se repite. Otro formato típico es la alfombra árabe de oración cuyo motivo central representa el mihrab (nicho en forma de arco situado en el muro de la quibla de las mezquitas hacia donde se dirigen los fieles en la oración).

Alfombras orientales

La alfombra oriental más antigua (siglos V y IV a.C., Museo del Ermitage, San Petersburgo) procede de una tumba escita en las montañas Altái de Siberia. Esta alfombra de nudo, que se conserva prácticamente íntegra (200 × 189 cm), tiene en el centro una serie de cuadrados con rosetas estrelladas enmarcados por cinco cenefas. Entre las distintas cenefas se encuentran filas de grifos alados, alces y jinetes. Aunque el estilo de esta alfombra está relacionado con el arte de la dinastía Aqueménida (550-330 a.C.), hasta el momento no se han encontrado otras similares. Las primeras alfombras árabes de Oriente Próximo datan de mediados del siglo XIII. Su diseño geométrico de zarcillos, cuadrados y octágonos es el típico de las alfombras de Asia Menor.

Irán

En la segunda mitad del siglo XV se produjo una ruptura con las tradiciones medievales persas, a medida que fueron evolucionando los dibujos. Con el auge cultural de la dinastía Safawí (1502-1736) se crearon talleres de alfombras en Ardabl, Tabrz, Kasan e Isfahan, como centros de suministro para la corte. Los manuscritos miniados de la época ejercieron una fuerte influencia en la evolución del diseño de las alfombras. Los modelos persas de esta época se caracterizan por las composiciones equilibradas, los fuertes contrastes de color y un efecto de superposición de dibujos. Entre los diferentes tipos destacan las alfombras denominadas de medallón, a menudo realizadas en Tabrz, con un medallón central; las denominadas de jardín, normalmente del norte, con el interior dividido en parcelas a semejanza de los típicos jardines persas, y las denominadas de jarrón, probablemente de Kerman, en el sur, con un dibujo de rombos que se repite simétricamente a lo largo del eje longitudinal.

Las revueltas políticas de comienzos del siglo XVIII acabaron con la dinastía Safawí y, como consecuencia, con las fábricas de alfombras de la corte. Las alfombras actuales iraníes carecen de la extraordinaria riqueza de las realizadas entre los siglos XV y XVII, época de oro de la alfombra persa.

Turkestán

Las primeras influencias que recibieron las culturas turcomanas de esta región mal definida de Asia Central, parece que procedían de Mongolia y Turquía. No se conservan alfombras de esta zona anteriores a los siglos XVIII y XIX debido a que en su mayoría eran artículos funcionales de uso cotidiano (alfombrillas, bolsas, cintas decorativas, colgaduras para las tiendas y arreos para los animales) más que artículos de lujo. Una característica de las alfombras de Turkestán es el predominio del rojo, castaño rojizo o rojo azulado, y la presencia de un dibujo octogonal denominado gul, que podía ser una flor estilizada o un símbolo tribal. También eran típicas de las tribus descendientes de los mongoles las alfombras con dibujos.

Egipto

La tradición egipcia de tejido de alfombras abarca dos periodos: el mameluco y el otomano. En el siglo XV y la primera mitad del XVI la ciudad de El Cairo era el centro mameluco de fabricación de alfombras. Éstas eran de colores brillantes (azul claro, amarillo verdoso y frambuesa), dibujos geométricos centrales o medallones y dibujos estilizados de plantas que recuerdan a las últimas tapicerías coptas (véase Arte y arquitectura coptas) y se caracterizaban por la frecuente falta de contraste entre las cenefas del borde y el motivo central. Del siglo XVI al siglo XVIII Egipto estuvo controlado por los señores feudales turcos (otomanos). Con la derrota de los mamelucos por los turcos otomanos en 1517 comenzaron a utilizarse los dibujos de Anatolia que consistían en rombos geométricos y medallones en filas. El Imperio otomano de Egipto sucumbió en 1798 y con él la fabricación de alfombras.

Kurdistán

El pueblo kurdo ha sido y es un importante tejedor de alfombras cuya labor se circunscribe, principalmente, a cuatro clanes con divisiones tribales que se remontan a varios siglos atrás. La zona fue una de las de mayor producción hasta 1930, y dentro de ella se pueden distinguir, a su vez, varias ciudades o zonas importantes, entre las que destacan:

Senneh (actual Sanandaj): capital del Kurdistán persa e importante centro comercial, fue uno de los centros de producción de alfombras más importantes del mundo durante el siglo XIX y principios del XX. Se realizaban las piezas con nudo turco y la trama, tanto de seda como de lana, es sencilla, con un número de nudo extremadamente alto. Los boteh son los elementos de diseño más utilizados, empleando en muchas piezas un delicada armonía de colores que impide que el uso prácticamente exclusivo de dicho motivo pueda parecer monótono, ya que incluso es su repetición la que forma los medallones y esquinas del campo. Las franjas suelen rematarse con hojas dentadas y rosetas. Por otro lado, Senneh es también un importante centro productor de kilim, algunos de los cuales (las mejores piezas) están fabricados con urdimbre de seda y están considerados como unos de los más delicados y valiosos del mundo.

Bijar: es el centro productor de algunas de las alfombras más duraderas del mundo, de una calidad excepcional, con excepcionales tintes, lana muy lustrosa y una textura aterciopelada. Son, además, alfombras mucho más pesadas debido a que las tramas están bien compactadas, con una gran tensión entre ellas. Suelen contener colores que armonizan muy bien entre ellos, como rojo (de rubia fuerte), azul frío y rosado salmón. Los diseños varían, aunque son muy comunes los herati que rodean a un medallón central en forma de ancla, además del gul farang (rosa extranjera), o diseño con motivos de flores realistas. También se realizaron en esta zona alfombras de corredor y kilim de inferior calidad, además de alforjas y bolsas.

Hamadân: es también una zona de gran producción de alfombras, famosas por sus diseños geométricos y sus colores sombríos, con armadura de algodón y una única trama. Es habitual el motivo herati y el boteh, repetidos con profusión.

Lorestân: es pobre y aislada, habitada fundamentalmente por el pueblo lor. Cuentan con una tradición centenaria en la fabricación de alfombras, aunque fue en el siglo XIX cuando tuvo su esplendor, momento en el que se realizaron alfombras tribales con diseños geométricos, alfombras de corredor, kilim, etc. para uso doméstico, muy pocas de ellas de gran tamaño. Incluso hoy día se siguen fabricando con los métodos tradicionales, en telares horizontales.

Sultanabad (hoy Arâk): son típicas las alfombras cuadradas que en la segunda mitad del siglo XIX fueron fabricadas según las pautas que marcaba la demanda proveniente de los mercados europeos y norteamericanos, todas con un bello diseño; incluso se llegaron a establecer oficinas comerciales en la ciudad para distribuir el floreciente mercado. Los motivos suelen tener forma de celosía de enredadera, rodeados por amplias franjas, con grandes palmetas celosamente seguidos según las directrices que los cartones diseñados por las firmas occidentales marcaban. Se empleaban en ellas nudo turco y tintes vegetales de muy buena calidad.

Mahal: Aquí se producen alfombras que, aunque tienen una calidad estándar, su diseño si ha tenido gran éxito y ha sido copiado hasta la saciedad y continúa hoy día siéndolo; éste incluye enredaderas ondulantes y palmetas de gran tamaño.

Feraghan: es conocida principalmente por sus piezas de gran tamaño, muchas de ellas cuadradas, que alcanzan elevados precios en los mercados por sus peculiaridades, con franjas a menudo de un color verde pistacho que se mezclan con un rojo de rubia y, en ocasiones, limón pálido y marfil; en ellas son habituales las franjas ondulantes con marcados samovares y boteh.

Sarouk: otro de los centros productores de la zona, tuvo su momento de mayor producción en la segunda mitad del siglo XIX. Sus diseños varían enormemente en color y disposición, sobre todo porque la base de producción era rural, a menudo de toscos diseños, los cuales fueron seguidos con mucha libertad por los tejedores. Las piezas de mejor calidad tienen el pelo muy recortado y diseños curvilíneos y muy intrincados, muchos de ellos con un medallón central en el campo flanqueado por esquinas. Hoy día continúan realizándose alfombras, aunque ya de manera industrial, ofreciendo una buena calidad sin la naturalidad de las primitivas.

Tribu baktiari: ha realizado alfombras desde antaño en talleres rurales con armadura gruesa de algodón y trama sencilla sin teñir, además de alfombras planas y otros artículos. Los campos suelen ser policromos y compartimentados.

Lilihan: es famosa por sus alfombras de tamaño grande con un diseño similar a las de sarouk, realizadas por los pobladores armenios, con trama simple de color crema o rosa claro. Son muy ligeras.

Serabend: produce modelos de varios tamaños cuyo rasgo más distintivo es introducir motivos boteh en el campo, además de medallones en forma de diamante y franjas con parras ondulantes. Los colores más usados son el rojo de la rubia en el campo y el marfil para las franjas. Sus modelos fueron muy copiados en la India y en Europa.

Persia central y meridional

En esta área se incluyen algunas de las principales ciudades del antiguo Imperio persa, sobre todo Isfahan y Kashan, famosas por sus alfombras clásicas de los siglos XVI y XVII.

Teherán: a pesar de haber sido la capital de un imperio, no posee tradición tejedora. Las pocas alfombras antiguas existentes se parecen a las de Isfahan, con diseños en los que los adornos florales son muy habituales, con una delicada trama doble de algodón en color azul pálido y nudo persa.

Varâmin: es célebre por las alfombras que siguen el diseño denominado mina khani, el cual se compone de una celosía floral muy estilizada y geométrica. Son alfombras de buena calidad, con nudo turco, muy apreciadas por los coleccionistas. También se tejieron kilim de diseños atrevidos y buenos colores, aunque a menudo éstos son algo sombríos.

Qom: lugar de descanso de Fátima, produjo alfombras de muy buena calidad, con armaduras de algodón y pelo de lana o seda, con nudo persa. Los diseños suelen contener boteh en intrincados dibujos, a menudo en forma de celosía, aunque a veces también con forma geométrica.

Kashan: mantiene una larga tradición tejedora que se remonta a varias centurias, sobre todo en época safawi, donde se convirtió en la mayor productora de piezas de seda de todo Persia, muchas de ellas de factura magnífica. Suelen tener gran tamaño y forma estándar, tejidas de manera compacta con nudo persa y una armadura de algodón. La lana empleada es de muy buena calidad, con un tacto suave y lustroso. Es especialmente destacable el clásico diseño curvilíneo, del cual los tejedores de la ciudad son verdaderos maestros. Las alfombras de seda de la ciudad suelen ser de oración.

Joshagan: es un centro que se ha especializado en un diseño de celosía de flores y plantas estilizadas, con piezas que en algunos casos alcanzan los dos siglos de antigüedad, algunas realizadas en seda, con un campo índigo o rojo de rubia, tejidas con nudo persa sobre una base de doble trama de algodón azul o sin teñir.

Isfahan: es conocida principalmente por los magníficos trabajos realizados en época del shah Abbas I, lo que se corresponde con su edad de oro como sede del poder safawí, época que se extendió hasta la invasión afgana del territorio. Los trabajos continuaron a partir del primer cuarto del siglo XX, y continúan hasta nuestros días, con excelentes piezas de sutil colorido y excelente calidad. Muchas piezas presentan una técnica mixta de alfombra plana y de nudo, las conocidas como souf, muy apreciadas. Las alfombras de seda de doble trama fabricadas hoy día no tienen parangón en todo el mundo. En cuanto al diseño, incluye medallones y esquinas, con abundantes parras ondulantes y palmetas, generalmente sobre un campo crema.

Otros centros que deben destacarse son Nain, donde se fabrican alfombras de seda de diseños curvilíneos florales, semejantes a las de Isfahan; Tudesh, donde se fabricaron hasta la Segunda Guerra Mundial alfombras muy apreciadas por la calidad de su lana y por el número de nudos; Fars, donde son típicas las alfombras de gran tamaño o estándares, con diseños geométricos y bajo número de nudos, y los kilim con franjas alternas, con contrastes en las gamas de colores de las franjas muy acusados; y Yazd, cuyas alfombras tienen armadura de algodón de doble trama con nudo persa, con diseños curvilíneos. Los miembros de la etnia kashkai, por su parte, fabricaron piezas de nudo con pelo muy lustroso, anudadas con nudo turco o persa sobre una armadura de lana, con fuerte colorido y motivos zoomórficos y geométricos, así como kilim con tintes de buena calidad, gabbehs (alfombras sencillas para uso diario, con pelo largo y grueso) y alfombras de oración con diseño de mil flores, muy apreciadas por los coleccionistas de arte tribal; los khamseh, una confederación de tribus, también realizaron gran cantidad de piezas que a menudo pueden ser confundidas con las de los kaskkai, ya que tienen muchos puntos en común en cuanto a diseño y colorido, aunque en general suelen ser de calidad ligeramente inferior a éstas.

Khorâsân y Neiriz

La provincia de Khorâsân es fronteriza con el actual Turkmenistán y con Afganistán. Entre los siglos XVI y XVII fue una de las áreas tejedoras más importantes de Persia, y gozó de un período de rehabilitación en el siglo XIX. Entre sus centros destacan:

Mashad: con una larga tradición tejedora con famosas alfombras de gran tamaño de diseño curvilíneo realizadas en telares verticales, con una armadura de algodón y trama doble. Generalmente se usaba el nudo asimétrico, a menudo muy numeroso. El colorido suele ser sombrío, con un campo rojo o azul oscuro y un gran medallón central; uno de los rasgos distintivos es que la mayoría de modelos incluyen un cartucho en el que aparece el nombre del maestro que lo realizó y la firma, además del nombre de aquel que encargara la pieza. La vecina Dorush fue también otro centro importante de tejido, donde se usaba sobre todo el motivo boteh.

Qûchân: donde la población kurda, exiliada por mandato del shah Abbas, ha vivido en esta zona muy árida durante siglos; es famosa por sus kordi, alfombras tribales de pelo largo y suave anudado sobre unas base de lana de doble trama, a menudo teñida de color marrón claro; son piezas ligeras y con un bajo número de nudos. Son similares a las realizadas por sus vecinos baluci, tribu muy conservadora y semi nómada de confesión sunnita que teje alfombras con un fondo color camello (aunque se piensa que muchas piezas atribuidas a éstos son en realidad producto de otras tribus vecinas), con colores oscuros y sombríos, con nudos asimétricos atados a una doble trama, y orillo plano hecho de pelo de cabra; también son famosa sus bolsas, realizadas tanto con nudo como con la técnica sumak o kilim, y sus alfombras de oración, en las que pueden observarse motivos tan espectaculares como el “árbol de la vida”, abundante en las piezas baluci. Los timuri, por su parte, produjeron piezas muy parecidas a las de sus vecinos baluci, sobre todo pequeñas alfombras anudadas de oración, casi todas con un fondo azul oscuro, con un cromatismo aún más apagado y suave pelo de excelente calidad.

Kirman: y su capital homónima, ha sido uno de los centros tejedores más famosos de la zona desde época safawí, a pesar de lo remoto de su emplazamiento y su pobreza. Produjo sobre todo alfombras de gran formato estándares con diseño curvilíneo, las cuales suponían el mejor ingreso económico de la zona, por lo que fueron realizadas con exquisito esmero (no sólo por maestros tejedores, sino por la mayoría de la población, incluso por niños), consideradas en muchos casos como las más caras de toda Persia. Aparte de Kirman destaca la ciudad de Ravar, conocida también por la excelencia de sus trabajos. Se tejían, en ambos casos, las piezas sobre una armadura de algodón de trama múltiple con nudo persa, con una lana de excelente calidad y un número de nudos muy elevado. A finales del XIX y principios del XX Kirman fue la zona de producción de alfombras con motivos pictóricos más importante de Persia, que en muchos casos recuerdan a los tapices europeos; las historias bíblicas (de personajes que afectan a las tres principales religiones, como José) y los temas históricos fueron fuente de inspiración para los artistas de la zona. A estos motivos se acompañan una profusa decoración floral, como motivo también de algunos ejemplos magníficos de alfombras de oración. También en la zona de Kirman están asentados los miembros de la tribu afshari, antaño muy poderosos y deportados a esta zona, los cuales produjeron alfombras anudadas, kilim y sumak de diseño rectilíneo y florales, con trama doble y nudo turco, y lana de excelente calidad; son alfombras tribales de exquisita factura, con columnas de boteh dobles policromos, acompañados de motivos zoomórficos, rosetas y típicas “enseñas de barbero” en las franjas externas.

Neiriz: en la zona sureste de Persia, es una ciudad célebre por sus alfombras en las que es muy utilizado el motivo del “árbol de la vida” de triple tronco que soporta ramas angulares acompañado de flores, arcos y pájaros; son piezas de coleccionismo muy cotizadas en el mercado por su rareza, además de por el escaso número que existe de ellas.

Turquía

A caballo entre dos continentes, Turquía ha sabido desarrollar su propio y peculiar arte tomando lo que más le convenía de los continentes vecinos. La tradición de fabricar alfombras en Turquía se remonta a varios siglos y continúa en la actualidad, lo que la eleva a la condición de ser uno de los centros tejedores más importantes del mundo.

Las alfombras turcas son generalmente de diseño geométrico y muestran fuerte influencia de los tejidos del Cáucaso, de Persia y del Lejano Oriente. El nudo utilizado, salvo en muy contados rincones, es el nudo persa, y las materias empleadas en la armadura varían mucho, aunque se emplea, en términos generales, más la lana que el algodón. Los kilim y otras alfombras planas turcas gozan, asimismo, de merecida fama. La producción se realiza sobre todo en el ámbito rural, en zonas donde la tradición es de siglos. Pueden distinguirse tres zonas: Turquía Occidental, la Anatolia Central y la Anatolia Oriental.

Turquía Occidental: la producción fue exclusivamente rural hasta comienzos del siglos XX. Varios centros productores competían por la mejor calidad de sus piezas. En la zona de Tracia se fabricaban kilim finamente tejidos en color frambuesa, con pequeños motivos realizados en seda. Estambul, aunque no tan importante como otros centros de la talla de Isfahan o Tabriz, fue un importante centro productor hasta comienzos del siglo XIX, sobre todo en el barrio armenio de Kum Kapi, a orillas del mar de Mármara, en la parte europea de la ciudad, donde sus alfombras de seda, realizadas con nudo simétrico (con ejemplos de más de 220 nudos por cm3), con complicados diseños curvilíneos, eran muy costosas de hacer (las piezas más grandes podían tardar años en completarse) y tienen una fama indiscutible, llegando a pagarse cifras astronómicas para adquirirlas. La ciudad de Hereke, a 70 km al este de Estambul, es famosa también por sus alfombras de seda de enorme calidad, realizadas también en el ámbito rural y consideradas hoy día las más delicadas alfombras de todo el mundo y las más finamente anudadas, las cuales tienen tanto la armadura como el pelo de este preciado material; algunos ejemplos pueden verse en el museo Topkapi, así como en diversos palacios construidos en la segunda mitad del siglo XIX. Por su parte, la antigua ciudad de Bergama (actual Pérgamo) es famosa por sus pequeñas alfombras de oración; sus piezas tienen generalmente un color marrón rojizo, con tintes de excelente calidad y armonía de colores. Usak, uno de los centros tejedores más importantes del mundo por su actividad exportadora, produjo alfombras a gran escala y no siempre de la mejor calidad, salidas de los talleres que trabajaron hasta 1920, un producto, en definitiva, que se ajustaba perfectamente a la especial decoración victoriana, realizadas, ex profeso, según los gustos y cánones de la época. Además de las citadas, deben destacarse los siguientes centros: Bursa, un gran centro exportador mundial de seda que produce alfombras anudadas de este material de calidad inferior a las de Hereke, aunque sí duraderas; Esmirna (actual Izmir), donde destacan las alfombras de palmeta del siglo XVIII; Melas, con alfombras de oración de exquisito colorido, sobre todo con tonos rojizos, de pequeño tamaño y austeridad en los motivos; Megri (en la que existe controversia sobre si fue la ciudad productora de alfombras o simplemente comerció con ellas), con alfombras de armadura completa de lana, trama marrón rojiza, nudo turco y excelentes tintes, fuertes y armoniosos, muy apreciadas por los coleccionistas; Ghiordes o Gördes, famosa por dar nombre al nudo turco, con sus alfombras finamente tejidas, sobre todo de oración, de compacto anudado, y las exquisitas alfombras kis (muchacha), de un característico y predominante color marfil, usadas como parte de la dote de las casamenteras; y Kula, con sus alfombras de oración con urdimbre de lana de color rojo o marfil y doble trama, realizadas con nudo simétrico.

Anatolia Central: una zona poblada por multitud de pueblos distintos, entre ellos romanos, selyúcidas, georgianos, kurdos, armenios y otomanos, entre otros, es una zona importante no tanto por ser un centro tejedor, sino por ser distribuidora de las alfombras realizadas en todo el territorio turco. Entre sus centros destaca Ladik, uno de los focos de producción de alfombras de oración más importantes de Turquía, sobre todo entre los siglos XVIII y XIX, de vivos colores, con predominio de un rojo brillante y las esquinas del mihrab de color índigo y un característico y estilizado panel floral sobre éste. En Konya, donde la tradición de tejidos se remonta al siglo XIII, se producían alfombras de vivos colores, aunque fueran utilizadas para la oración (de hecho, al ser un centro religioso importante había mucha demanda de alfombras para la oración). Kirshehir, por su parte, es una localidad famosa por su producción de mezarlik o alfombras de “cementerio”, piezas de pasillo (con una longitud de al menos cuatro veces su anchura) utilizadas en mausoleos y capillas, finamente tejidas sobre una armadura de lana de doble trama y nudo simétrico. Otros centro productores son: Mucur, con alfombras de oración muy coloreadas, en las que predomina un tono rojo característico y un verde aceituna proveniente de la rubia, además de aguamaniles; Nigde, con sus alfombras de oración de nudo turco, datadas en el siglo XIX y principio del XX; Kayseri, donde una población de origen armenio y confesión cristiana realizó bellos ejemplos de grandes alfombras de oración comunal con varios nichos, conocidas como “de manantial” e ideadas para ser usadas por varios fieles a la vez en las mezquitas, con armadura de algodón de doble trama y nudo simétrico, aunque de peor calidad que las de Hereke y con un diseño menos sofisticados (a pesar de ellos son muy apreciadas en Occidente, ya que su formato, estrecho y alargado, es muy adecuado para los corredores de las grandes mansiones); y Sivas, uno de los pocos centros que usaron el nudo asimétrico, cuyas piezas se asemejan mucho a las persas y que se ejecutaban desde unos cartones previos, seguidos por los tejedores (lo que ocasiona que muchas piezas sean prácticamente idénticas a algunos modelos de Tabriz de la misma época).

Anatolia Oriental: con una baja densidad de población y una mezcla de culturas, entre georgios, armenios, kurdos y turcos, muy fuerte, es una región pobre y muy tradicional. Las piezas propias de esta región fueron realizadas en su mayoría por nómadas o en pequeñas poblaciones rurales. Entre sus centros productores destaca Erzurum, población conocida por sus kilim para la oración, muchos de ellos de proporciones cuadradas. Los nómadas yürük, que viven en sus tradicionales tiendas negras en gran parte de Anatolia, dan nombre a un tipo de alfombras de tejido compacto, realizadas con nudo simétrico y anudadas con suave y lustrosa lana, que suelen tener una capa considerable de pelo grueso, lo que contribuía a aislar las tiendas y el suelo de éstas de los crudos inviernos de la zona; sus alfombras se caracterizan por tener un formato estrecho (los enjulios de sus telares debían ser fácilmente transportados por un camello), diseños geométricos de vivos colores (gracias a buenos tintes) y motivos estilizados de personas y animales realizados con un dibujo tosco. En la Anatolia kurda, los habitantes de esta etnia tejieron kilim, alfombras de corredor y sumak con tosco pelo de cabra, el cual es el responsable de su, a menudo, irregular contorno, debido a la facilidad con que se dilata la urdimbre; aunque de un color apagado, lo que las hace ser poco apreciadas por el consumidor occidental, existen algunas excepciones cuyo colorido y apretados diseños geométricos resultan sorprendentes.

El Cáucaso

Los habitantes de la zona de influencia de la cordillera del Cáucaso son merecedores de una justa fama como tejedores y guardianes de una tradición centenaria de elaboración de alfombras, en parte debido a la influencia de Persia, a la cual perteneció mucho tiempo como provincia. La producción ha tenido más un propósito comercial que un interés de uso doméstico, y sus talleres funcionaron prácticamente hasta la dominación rusa, donde la producción de alfombras no entró dentro de los planes quinquenales de industrialización; además, la mecanización de los talleres y, sobre todo, el uso de tintes sintéticos causaron una merma definitiva en la justa fama alcanzada por los atrevidos diseños geométricos y el colorido de las piezas propias de la zona. Ha sido, tradicionalmente, un mercado muy apreciado en Occidente, y la calidad de los materiales y la dureza con que se fabricaron han permitido que muchos ejemplares hayan llegado hasta nuestros días con un estado de conservación más que aceptable.

Los principales centros productores de la zona son los siguientes:

Kazak (en la actual Azerbaiyán): área cuyas alfombras son conocidas por sus atrevidos diseños, la armonía de colores y la calidad de sus tintes, ha producido algunas de las alfombras de nudo de diseños geométricos más espectaculares de todo Oriente. Su valor ha hecho que hayan sido siempre muy apreciadas por los coleccionistas. El lago Sewan es una zona en la que los pueblos nómadas que la han habitado realizaron desde tiempos inmemoriales alfombras de estilo kazak con medallones de extrañas formas y motivos poco usuales (como estilizados árboles), además de los atrevidos diseños y los fuertes colores propios de la zona; incluso se cree que algunos de sus medallones pueden representar la planta de una iglesia cristiana. Otro tipo de alfombras propias de la zona son las llamadas “estrellas kazak”, las cuales tienen como característica distintiva una gran estrella central de ocho puntas; son muy raras de encontrar, ya que existen muy pocos ejemplares, los cuales alcanzan precios enormemente elevados en el mercado. Otras alfombras muy apreciadas son la lori pambak, realizadas por los descendientes de la tribu persa de los lors, en el área sudeste de Kazak, que suelen incluir grandes octágonos en su centro y motivos zoomórficos situados al azar en el campo.

Gendje (o Gandzhe, hoy conocida como Kirovabad): ciudad situada en el corazón del Cáucaso tejedor, es un centro fabricante y distribuidor de alfombras, sobre todos de piezas kazak. Las alfombras gendje suelen tener un formato largo y estrecho, y presentan motivos parecidos a las de su área circundante, sin señas singulares, salvo unas franjas de octágonos policromos y algunas figuras, colocadas de forma aleatoria en el marco.

Kuba: fue un tradicional centro distribuidor de las alfombras de las áreas colindantes. En cuanto a su producción, destacan las poblaciones de Seichur (con piezas de influencia europea), Chi Chi, Perepedil, Karagashi y Legshi. Sus alfombras tienen el pelo estrechamente recortado, con un nudo fino y diseños intrincados, y su formato suele ser alargado (la mayoría de corredor).

Daghestan: es un área productora situada en la zona más nororiental del Cáucaso, famosa por sus alfombras de oración con un pelo finamente recortado y una alta calidad de su tejido. El diseño del mihrab suele tener una celosía dentada, con plantas polícromas debajo de éste.

Shivan: es una de las áreas tejedoras más prolíficas del Cáucaso en el siglo XIX y principios del XX. Sus alfombras son parecidas en construcción, color y diseño a las de Kuba y Daghestan, con tramas de lana y algodón, generalmente con un orillo de algodón de color marfil y un nudo simétrico cuidadosamente recortado y muy numeroso. Destacan en ellas las ciudades de Marasali (con piezas que incluyen en su colorido un limón pálido muy peculiar) y Akstafa (aunque no está claro que fuera un centro productor, sí fue un centro distribuidor de las más refinadas alfombras caucásicas, finamente anudadas y con una columna de medallones central rodeada de pájaros, probablemente pavos reales).

Karabagh: cuya época de esplendor de sus tejidos fue el siglo XVII, sus artesanos fueron tanto musulmanes como cristianos, además de kurdos, y produjeron durante el siglo XIX y principios del XX bellos y atrevidos ejemplos de diseños geométricos y fuertes colores. En general, las alfombras de esta zona tienen doble trama y una armadura de lana sin teñir de color gris, además de peculiares franjas negras (probablemente alusivas a la etimología de la palabra karabagh, jardín negro). También produjo alfombras de oración, aunque en menor cantidad. Entre las muchas poblaciones de la región que fueron productoras de alfombras cabe destacar a Chelaberd y Chondzoresk.

Talish: produce un tipo de alfombras caucásicas fáciles de identificar: un campo estrecho de un índigo oscuro, rojo de la rubia o verde mar realizadas con tintes de buena calidad, con pelo largo. Los centros más importantes fueron Lenkoran (que produjo, exclusivamente, alfombras de oración y de formato largo y estrecho, con un diseño inusual, con motivos en espiral que recuerdan dragones, presentes en las alfombras del Cáucaso a partir del siglo XVI) y Moghan (también con alfombras de oración y de corredor, con nudo simétrico recortado de manera compacta y buenos tintes).

Debe destacarse, por último, las alfombras planas de la zona, tanto kilim como sumak y verneh. Eran fabricadas para un uso doméstico, no sólo como alfombras, sino también como bolsas o mantas para caballo.

Turkestán

Las tribus turcomanas de Turkestan, que habitaban el este del mar Caspio y el sur del mar de Aral y que tenían una estructura social tribal muy marcada, han realizado a través de los siglos excelentes trabajos para uso doméstico que no se han visto afectados hasta la gran demanda de alfombras persas en época colonialista, por lo que a partir de ésta la elaboración de alfombras se fue transformando en una industria comercial floreciente. En muchos casos el diseño es francamente atrevido, lo que les dota de un especial encanto en comparación con otros productos tribales. Su uso era, pues, doméstico, por lo que los tamaños variaban en función de éste, aunque raramente miden menos de 2,7 m de longitud. Solían decorar todo el espacio interior de sus tiendas con alfombras anudadas. Sus diseños son siempre geométricos, con una apariencia uniforme, la mayoría de las veces en hileras de motivos rectilíneos (güls) dentro del campo que han cambiado muy poco con el paso de los siglos. Las principales tribus tejedoras son las siguientes:

Tekke: la tribu más poderosa de la zona hasta finales del siglo XIX, han realizado gran cantidad de alfombras que son muy apreciadas en la actualidad. Sus mujeres eran expertas y prolíficas tejedoras. Usaban un nudo asimétrico sobre una armadura de lana de doble trama, con urdimbres de color marrón y el pelo con una textura aterciopelada, con un número de nudos muy elevado. El tipo de alfombras más apreciada es el “principal”, la más grande de todas, que posee un color característico sangre o rojo oscuro púrpura. También son famosas sus bolsas, aunque pocas han llegado a la actualidad, puesto que se tiraban una vez usadas; se realizaban con un numero elevado de nudos, lo que aumentaba su resistencia. De la misma manera son destacables las piezas que, debido a la escasez de madera, hacía las veces de puerta de las tiendas, las conocidas como ensi, las cuales solían tener un campo cuarteado con motivos en forma de y. También son famosos los productos realizados para ocasiones festivas, como las bodas, que solían tener campos de color blanco; los kapunuk, o piezas que se colocaban en las entradas de las tiendas y a las que se dejaban largos flequillos; y los asmalyks con los que se decoraba el camello que transportaba a la novia en la procesión nupcial, que solían decorarse con grandes pájaros y plantas estilizados acompañados del color marfil propio de la “línea turcomana”. Estas últimas piezas alcanzan un extraordinario valor en los mercados por su originalidad y colorido. Los trabajos tekke perdieron mucha calidad a raíz de la introducción de tintes de anilina, fruto del aumento de la demanda en el mercado occidental.

Yomut: también fueron prolíficos tejedores. Sus piezas tienen nudo turco y una armadura de lana con doble trama. Los motivos animales, en particular los bicéfalos situados en el interior de un octógono, son muy comunes entre los yomut, así como el uso de motivos propios de la vida en el mar, como barcas. El uso del color berenjena es muy habitual, así como el uso del color marfil en las franjas. Las fajas de tienda, usadas para dar seguridad a la estructura interior de las tiendas, solía tejerse de manera plana y sin interés decorativo, salvo en el caso de las fajas nupciales, en las que predomina el color marfil, decoradas con motivos zoomórficos y antropomórficos (alusivos a la boda), las cuales alcanzan un valor extraordinario para los coleccionistas. Los asmalyks con motivos geométricos son también muy apreciados.

Ersari: constituyen una de las tribus nómadas turcomanas más numerosas, aunque se encuentran hoy muy diseminada. Sus tejedores empleaban el nudo persa sobre una base de doble trama. El colorido de sus piezas es más marrón que rojo, lo que las diferencia de las de los tekke y yomut; emplean, asimismo, azules y verdes intensos. Sin embargo, el rojo de rubia utilizado por los ersari es el más llamativo de todo Oriente. Los diseños de medallones encadenados (los güls gülli) son muy típicos. Los ensis, por su parte, tienen unos característicos motivos en w (conocidos como “candelabros”) dentro del campo cuarteado.

Beshir: son un pueblo sedentario muy cercano a los ersari que abandonó el nomadismo a principios del siglo XIX. Sus alfombras tienen una estructura de lana con dos tramas entre las hileras de nudos, con urdimbre a veces realizada con pelo de cabra. Su producción se centra alrededor de la ciudad santa de Bujjara, importante centro comercial por donde pasaban multitud de alfombras persas, afganas y turcas. Destacan sus alfombras largas y estrechas con diseños herati, medallón caleidoscópico octogonal y franjas dentadas bien definidas. Sus alfombras de oración son ejemplares muy raros, y se encuentran entre las más apreciadas en todo Oriente Próximo y Medio.

Otras tribus, como los arabatchi, los chodor o los salor, en otro tiempo poderosas, fueron absorbidas, tras le restricción del proceso de independencia que produjo el avance ruso, por tribus mayores, como los ersari y los tekke, prohibiendo a sus mujeres tejer las grandes alfombras típicas, aunque sí se les permitió tejer artículos domésticos pequeños. Las piezas arabatchi, de paletas sombrías y campos de color chocolate o berenjena oscuro, son muy raras de encontrar y muy apreciadas por los coleccionistas. Las chodor, sin embargo, son piezas generalmente bastas y con bajo número de nudos, con campos de celosía en un berenjena pálido. Las producidas por los antaño poderosos salor son muy escasas y difíciles de encontrar, y poseen una urdimbre marfil y tramas dobles marrones, con un gran número de nudos asimétricos, lana fina y lustrosa y pequeñas áreas de seda, casi siempre con un tamaño pequeño (algunas en formato ensi); son altamente apreciadas por los coleccionistas debido a sus grandes güls redondeados y bien espaciados, dispuestos de manera horizontal y en forma de torre, con un intenso rojo púrpura o color vino. Los saryk, por último, responsables de buenos ejemplos de tejidos del siglo XVI, no continúan con esta actividad en la actualidad; sus alfombras, de nudo turco, tienen un campo de color marrón rojizo y característicos güls, que aparecen junto a franjas compartimentadas.

Afganistán

Los graves problemas políticos, sociales y económicos que han acuciado a Afganistán desde la invasión soviética de 1979 han sido determinantes en su producción de alfombras. La etnia dominante, la pasthún, no tiene antecedentes tejedores. Los uzbecos realizaron alfombras planas, mientras que los timuri y los baluci produjeron alfombras anudadas oscuras y, también, alfombras planas, en cualquier caso siempre en el lado persa de la frontera afgana.

Los habitantes turcomanos del país son los responsables de la mayoría de las piezas producidas en el país en la actualidad, aunque son de calidad muy inferior a las realizadas en Turkestán por éstos. Son trabajos parecidos a los ersari, con armaduras de doble trama de lana o pelo de cabra y nudo asimétrico. Se fabrican alfombras de todo tipo, tanto grandes como estándar, de oración, planas y bolsas, salvo las de corredor, de las que apenas hay ejemplos, todas realizadas en telares horizontales y circunscritos al ámbito puramente tribal. El campo suele aparecer repleto de motivos, por lo que no son muy armoniosas, y tienen una apariencia sombría, debido sobre todo al escaso cromatismo. La característica común de casi todas ellas es la utilización de estrechas franjas con motivos boteh ondulantes.

Oriente Medio

Pakistán

El principal centro productor pakistaní de alfombras es Lahore, cuya tradición tejedora se remonta a los tiempos de dominación mogola, cuando se produjeron un buen número de excelentes piezas para la corte. A partir de la segunda mitad del siglo XIX la ciudad vivió un renacer de la industria de alfombras, con productos de excelente calidad realizadas con armaduras de doble trama y nudo asimétrico. Suelen incluir motivos de flores realistas a gran escala con una variada gama de sutiles colores, con amplias franjas de color, generalmente índigo, que contrasta con éstos. Hoy día existe una amplia producción de alfombras de diseño turcomano denominadas bujjaras, por ser ésta la ciudad de Uzbekistán donde son comercializadas.

India

Como en todo Oriente Medio, la India vivió una época de esplendor de la producción y comercio de alfombras durante el período de dominación mogola, entre los siglos XVI y XVII, donde la influencia del arte persa se hace más que evidente. En el siglo XIX se produjo un renacer del comercio de alfombras, y una revitalización de la industria que en algunos casos produjo excelentes piezas, aunque la calidad general no es muy elevada. La decisión del gobierno británico de emplear a presos de las cárceles aumentó desmesuradamente la producción, y aunque las alfombras resultantes tienen una calidad desigual, si se han producido algunas piezas de muy buena calidad, sobre todo en los primeros momentos en los que se implantó dicha medida.

Amritsar: es uno de los centros principales de producción de la India. Aunque no posee una larga tradición, en el último siglo y medio se ha convertido en un centro importante. Son fundamentalmente alfombras de gran tamaño y estándar, con algunos ejemplos de corredor. Tienen armadura de algodón de doble trama, y la lana suele ser de buena calidad. No tienen un diseño específico que las distinga de otras alfombras indias, ya que suelen repetir los clásicos diseños persas del siglo XVI; como rasgo distintivo puede apuntarse su campo rojo, con tonos más pálidos en las franjas, aunque en general suelen tener un colorido sutil.

Agra: es, por su parte, el lugar de donde proceden los mejores ejemplos de alfombras mogolas supervivientes de los talleres cortesanos del siglo XVII, las cuales continuaron fabricándose hasta comienzos del siglo XX, algunas de las mejores en las cárceles de la ciudad. La mayoría son alfombras grandes de formato cuadrado, con urdimbres de algodón y trama doble, a veces teñida ésta de un azul pálido, y con un hilo muy fino y nudo asimétrico. Los campos suelen estar profusamente decorados con flores realistas, a menudo ocupando toda la superficie del campo en minúsculos detalles.

Los dhurries, nombre con el que se conocen las alfombras planas realizadas en la India, se parecen a los kilim de Turquía y Persia, aunque su materia es el algodón, mientras que la trama puede ser de lana o seda. Aparte de usarse para los suelos, también se usan como colchas y en las paredes, como decoración. Se realizan en todas las formas y tamaños; algunos, ideados para palacios, alcanzan los 15 m de longitud. Es posible que su origen sea muy remoto. En la época de dominación británica también fueron realizadas en las cárceles.

Cachemira

La conflictiva zona de Cachemira, en eterna disputa desde que se creara Pakistán, ha sido una zona productora de alfombras desde el siglo XVII, aunque la actividad cesó hacia el siglo XVIII, y sólo continuó la producción de sus famosos chales. No obstante, hacia la segunda mitad del siglo XIX se produjo un renacimiento de la alfombra anudada, sobre todo alrededor de la ciudad india de Srinagar. Se utilizó la seda y la lana pashmina, la más suave y de mejor calidad, además de hilos metálicos para artísticos detalles. Suelen ser alfombras de gran formato en las que se emplea el nudo persa.

Lejano Oriente

China

El arte de tejer llegó a China desde Turkestán a través de la ruta de la seda, y ha sido practicado tradicionalmente en las áreas septentrionales y más occidentales, donde los inviernos son extremos y las alfombras son necesarias para combatir el frío. Las principales áreas productoras tradicionales son Xinjiang, Mongolia Interior, Ningxia y Lanzhou, aunque Pekín y el este de China también comenzaron su producción hacia el siglo XIX.

Las alfombras chinas tienen, en la mayoría de los casos, una estructura similar, con armadura de algodón de trama doble, nudos asimétricos, con lana (sola o mezclada con algodón) en la trama y un suave pelo de lana de buena calidad, el cual se suele dejar largo. Las hay muy livianas e increíblemente pesadas, sobre todo las realizadas en el siglo XX. El taoísmo influye en la concepción de las alfombras, tanto en el color como en los motivos; los diseños, con elementos geométricos y curvilíneos, suelen incluir medallones en los que se representa a estilizados pájaros míticos posados sobre nubes o extraños animales (como los perros-leones, símbolos de poder, o dragones) flanqueados por motivos budistas y taoístas, sobre todo en las franjas. Las piezas más grandes suelen incluir paisajes oníricos con pagodas, lagos y barcos. Los tonos suelen ser suaves y relajantes.

Capítulo aparte merecen las llamadas “alfombras de columna”, utilizadas para decorar las columnas de los templos budistas, y los cobertores de los tronos y sillas.

En Xinjiang existe un escaso pero importante número de piezas; han sido poco descritas porque ningún occidental había estado en la zona hasta prácticamente el siglo XX. Los mayores centros productores son las ciudades-oasis de Hotan y Yarkand. Suelen ser alfombras de pequeño formato que tienen tanto las urdimbre como las tramas de algodón, pelo de lana con nudo asimétrico y brocados metálicos en algunas zonas. El diseño repetitivo de granadas, generalmente anudado con seda, es muy habitual, y el más apreciado, aunque también debe destacarse la celosía polícroma con güls octogonales. Algunas de las mejores piezas del mundo se conservan en el Victoria and Albert Museum de Londres.

Tíbet

Los orígenes de las alfombras anudadas del Tíbet es incierto, aunque es claro su uso doméstico, debido al extremo clima con el que se enfrenta la región. El budismo es el motor cultural, aunque ha sido sistemáticamente perseguido tras la Revolución Cultural de la invasora China.

La producción de alfombras en el Tíbet ha estado circunscrita a la zona central de la región, basada en una industria rural que ha producido sobre todo alfombras de pequeño formato. Su uso práctico se ve realzado por su utilización en las ceremonias budistas, y es también habitual el uso de cobertores de sillas. Las piezas son flexibles y no siguen una regla fija en cuanto su estructura. Las armaduras son de lana, algodón o una mezcla de ambas. El nudo es simétrico y algo tosco, aunque la lana es lustrosa y de buena calidad, con pelo largo. El diseño varía enormemente, aunque los animales mitológicos, como el dragón o el fénix, son los más utilizados, a menudo con apariencia muy estilizada. Grandes enredaderas de flores de loto, peonias y crisantemos conviven con los diseños más simples. Es también habitual la ausencia de bordes externos.

Europa

La fabricación de alfombras en el viejo continente se ha venido realizando desde, al menos, el siglo XI, aunque la fascinación que ejercieron las alfombras orientales hizo que se copiaran sus diseños y se desarrollaran, a partir de ellos, otros muchos que ya han quedado como clásicos de ciertas zonas del continente europeo. Las típicas alfombras con diseños florales realistas y con inspiración rococó comenzaron a elaborarse en el siglo XVII en Francia, mientras que el XIX fue el siglo donde se desarrolló en Inglaterra una gran industria productora que incluso en el siglo XXI continúa produciendo hermosas piezas. En cualquier caso, la tradición en la elaboración de alfombras tuvo lugar más tarde que en Oriente, y nunca tuvo la misma escala ni la misma tradición, puesto que los diseños europeos están sobre todo inspirados en la moda imperante, y no en una larga tradición asociada a la religión o a los aspectos culturales. Por otro lado, la influencia de los invasores árabes en la Península Ibérica y de los posteriores reinos de al-Ándalus, así como el influjo de los otomanos en la Europa oriental fueron también factores decisivos para el desarrollo de la fabricación y comercio de alfombras en Europa.

Las piezas genuinamente europeas suelen ser muy suntuosas, normalmente con los palacios de las grandes cortes europeas como destino, con diseños florales y emblemas reales. Los franceses fueron los primeros en fabricarlas y en adaptar sus medidas al concepto de casa europea. El número de nudos es, en general, bastante menor en las alfombras europeas que en las orientales, aunque ambas rivalizaron en el mercado. Los telares han sido siempre verticales, similares a los persas de Tabriz.

Francia

En Francia, debido a la estima de la que siempre han gozado las artes decorativas en su territorio, ha sido y es un importantísimo centro productor de alfombras, tanto de alfombras planas como anudadas, con soberbios ejemplares realizados en Aubusson y La Savonnerie. Las piezas realizadas entre los siglos XVII y XIX son muy apreciadas por los coleccionistas y unas de las más caras del mercado internacional, sobre todo las de La Savonnerie, ideadas para decorar los suntuosos palacios de Versalles y el Louvre. Sus diseños son muy peculiares, nada orientales, y su gran desarrollo se debe en parte a la real medida que prohibió la exportación de alfombras orientales a comienzos del siglo XVII. Con el patronato de Enrique IV, Pierre Dupont abrió un taller en el Louvre, mientras que Simon Lourdet hacía lo propio en Chaillot, cerca de París, en el hospicio de La Savonnerie, donde se enseñaba a los niños a tejer (lo que suponía una mano de obra ciertamente barata). Se empleaba en ellos el nudo turco con urdimbre de lana y trama de lino. Generalmente un reconocido artista hacía el diseño preliminar, el cual era trasladado a un cartón desde el que se tejía la alfombra. El diseño solía contar con elementos curvilíneos y medallones neoclásicos, rodeados a menudo de guirnaldas naturistas, con paletas de color muy variadas. En Aubusson son más habituales las alfombras planas, con armadura de lana y urdimbres de algodón (e hilos de seda en ocasiones) e intrincados y atrevidos diseños que resaltan sobre un fondo de color pálido, generalmente pastel, con temas neoclásicos y rococós mezclados con extravagantes guirnaldas de flores.

Inglaterra

En Inglaterra, fruto de las relaciones comerciales en época colonial con Oriente, se desarrolló un gusto por las alfombras orientales muy acusado, lo que ocasionó que se fabricaran en suelo inglés piezas que imitaban los apreciados diseños orientales a partir del siglo XVIII. Moorfields en Londres y Axminster en Devon fueron los principales centros productores, cuyas alfombras eran anudadas simétricamente sobre una urdimbre de lino. A finales del siglo XVIII los dibujos se fueron suavizando, y primaron a partir de entonces los elegantes diseños circulares. A mediados del siglo XIX, Moorfields y Axminster dieron paso a Wilton, donde se copiaron las alfombras provenientes de Francia. William Morris, por su parte, se erigió como garante de la fabricación de alfombras manuales frente al auge industrial de la época, y en su fábrica se produjeron espléndidas piezas con nudo simétrico y pelo largo y grueso, inspiradas en las persas de época safawi con caracteres góticos, muy apreciadas por los coleccionistas.

Irlanda

En Irlanda, destaca la firma textil de Alexander Morton, en la localidad de Killybegs, en la escarpada costa de Donegal, que aprovechaba la excelente lana de las ovejas locales; las donegal se tejían sobre una armadura gruesa de lana de doble trama y nudo simétrico, generalmente con lana teñida de color azul, rojo o verde, con pelo grueso y profundo y pocos nudos por centímetro cuadrado.

Austria

En Austria, en los alrededores de Viena, se instalaron talleres a imagen y semejanza de los existentes en Francia, los cuales han continuado su producción hasta bien entrado el siglo XX con diseños adaptados de los modelos franceses. Poseen trama simple, nudo turco no muy numeroso, y colores pálidos y suaves.

Italia

En italia destacan las artísticas alfombras sardas, con motivos ornamentales geométricos y zoomorfos, y la producción de los Abruzzos y las de Calabria.

Ucrania

En Ucrania se realizaron sofisticadas piezas durante el siglo XVIII en los talleres de Kiev, también de inspiración francesa, sobre todo de las savonnerie, con trama doble y nudo turco. También las vecinas Moldavia, Ucrania y Rumanía produjeron buenas piezas durante el siglo XIX, sobre todo kilim de paletas suaves y diseños simples y despejados, con motivos florales realistas.

España

España fue uno de los primeros países europeos que empleó la técnica textil del anudado en las alfombras, debido a la influencia de la cultura y la habilidad textil del invasor musulmán. La tradición de tejido de alfombras es muy importante en España, especialmente a partir del siglo XVIII. Se ha empleado en ellas el nudo turco, sobre todo en Levante y en Cuenca, y el nudo español, una variante autóctona que envuelve un solo hilo de urdimbre y cruza sus extremos por detrás, volviendo a la superficie por ambos lados del mismo, lo que deja siempre una urdimbre alterna libre en cada trama, consiguiendo una trama en zigzag que no favorece la ejecución de motivos rectilíneos, pero si tiene un marcado carácter distintivo y original (sólo se ha usado en España). Los telares usados son de alto lizo, y el material es, casi de manera exclusiva, lana de oveja.

En la época musulmana, el territorio español fue un importante centro productor que abastecía a los templos y palacios tanto de la dinastía omeya de Córdoba como a la nazarí de Granada, en el que destacaban las actuales localidades de Chinchilla (al-Tantalyya) y Cuenca, así como Baza y sus famosas alfombras de oración. No obstante, no se conserva, por desgracia, ningún ejemplar de esta época, salvo una pieza guardada en el Museo Arqueológico de Granada, decorada con medallones, estrellas y lazos de ocho puntas.

Tras caer el reino nazarí de Granada, los antiguos talleres musulmanes continuaron funcionando con artistas mudéjares en localidades como Chinchilla, Alcaraz, Liétor y Letur, los cuales conservaron las tradiciones musulmanas y trabajaron para la corte, la nobleza y la Iglesia cristiana. Poco a poco fueron adaptando elementos decorativos tomados de Próximo Oriente. La producción en estos centros llegó hasta el siglo XVII, y se pueden distinguir en ella diversos tipos o series, entre los que destacan las alfombras “de Almirante”, que presentan una decoración basada en una red de elementos geométricos, con estrellas, polígonos y rombos que encierran pequeños motivos vegetales, así como animales y figuras antropomórficas; las “holbein” (nombre que proviene del pintor Hans Holbein, a quien le gustaba retratarlas en sus cuadros), que suelen incluir, en el caso de España, coloridos brillantes a base de rojo, verde, azul, amarillo y blanco con decoración de cuadros o rectángulos que contienen octógonos de lacerías, palmetas y estrellas de ocho puntas; las que tienen decoración vegetal, propias de los siglos XV y XVI, que incluían en su superficie un tipo de cardos o alcachofas que forman una red de rombos y encierran tallos y flores de vivos colores; las de “labor de guadamecí”, que se asemejan a los trabajos en cuero cordobeses; las “renacentistas”, con cenefas adornadas con serpientes, cabezas de dragón o copas; y las de “coronas o ruedas”, propias del siglo XVI, con coronas de laurel y fondo rojo con motivos en verde.

En Cuenca se realizaron alfombras desde el siglo XII. Los ejemplares más antiguos se hicieron con técnica española, con dibujos vegetales estilizados formando esquemas cruciformes y colores suaves. A finales del siglo XVII se comenzaron a realizar en los talleres conquenses alfombras directamente copiadas de los modelos turcos y persas con motivos florales, medallones en el centro e incluso mihrab árabes, en los que se incluían escudos heráldicos, todas con fuerte colorido. Tras un período de decadencia, se instauró en la ciudad una Real Fábrica (con 1.500 operarios) en época de Carlos III en la cual se fabricaron excelentes piezas decoradas con jarrones de flores y cenefas formadas por una cinta que se arrolla a lo largo de una rama con flores, todas fechadas y con escudo de la Fábrica, la cual desapareció en 1799.

En Madrid se establecieron talleres que trabajaron para los reyes y la Corte, sobre todo en los telares de la Real Fábrica de Santa Bárbara, dedicados sobre todo a la producción de tapices. En época de Felipe V se realizaron alfombras elaboradas “a punto de tapiz”, sin anudar, decoradas al estilo pompeyano, aunque sólo se utilizaban en las grandes ocasiones, dado la fragilidad de las mismas. En época de Carlos IV se realizaron, sin embargo, alfombras de nudo turco de estilo neoclásico, muy decorativas, con palmetas, guirnaldas y medallones, todas de grandes dimensiones.

Norte de África

El arte de tejer alfombras fue introducido en el norte de África por los invasores árabes en el siglo VII. En Libia, Argelia y Túnez se fabricaban alfombras planas para uso doméstico, mientras que en Egipto sí existe una larga tradición tejedora, la cual decayó con la invasión de los mamelucos en el siglo XVI, aunque se ha revitalizado ya en el siglo XX, estableciéndose talleres en la zona de El Cairo que imitan los diseños de las alfombras orientales urbanas con dibujos curvilíneos, con buena realización, un colorido suave y una armadura de algodón.

Marruecos

Marruecos merece mención aparte por la calidad de sus alfombras de nudo, todavía hoy día realizadas en Fez, Rabat, Marrakech y Casablanca. La peculiaridad de sus piezas radica en su diversidad cultural, fruto de la doble faceta de sus orígenes, tanto beréberes como islámicos. En las ciudades se desarrolló, a partir del siglo XVIII, una producción de refinadas alfombras con tonos irisados y dibujos y adornos florales. Por su parte, las alfombras beréberes del Medio y Alto Atlas y de las llanuras de Hauz, elaboradas con lana gruesa, son las más antiguas y originales, con un decorado lineal rigurosamente geométrico (ordenado en función de los ejes longitudinales o transversales), con tonalidades apagadas y una gama restringida de colores; son piezas que sirven tanto de almohada o de manta. En Rabat se tejen alfombras de terciopelo raso y de fina textura, caracterizadas por un medallón central, romboidal o hexagonal, que destaca sobre un fondo rojo sembrado de diferentes motivos, y un ancho marco de entre tres y siete tiras adornadas con elementos florales, zoomórficos o geométricos procedentes del repertorio turco. Las piezas de Casablanca, por su parte, llevan mayor número de medallones, octogonales y cruciformes, con dibujos que recuerdan a las alfombras españolas del siglo XVI o dibujos beréberes.

América

En América del Norte destaca fundamentalmente el trabajo de los indios navajo, cuya producción se remonta a 300 años atrás. Con la llegada de los españoles sustituyeron el algodón por la lana de las ovejas churras recién traídas de Europa, y desarrollaron un arte difícil de superar que fue cortado de raíz con la invasión de los colonos estadounidenses, los cuales masacraron a la población y les conminaron a habitar un pequeño territorio de reserva, donde se les prohibió seguir sus costumbres. La necesidad de buscar fuentes de ingreso para subsistir hizo que la producción de objetos tribales para ser vendidos a los turistas alcanzara una gran demanda, sobre todo las mantas, que eran utilizadas como alfombras, en las cuales se volvieron a usar los tonos naturales de antaño, en los que predomina el azul, el rojo y el negro; hoy día su comercio está muy extendido, y son incluso vendidas por correo o Internet. Existen variaciones entre distintos estilos regionales, entre los que destacan los vegetales, los pictóricos y los geométricos complejos, a menudo más por motivos comerciales que por la tradición.

En las alfombras de estilo geométrico no suelen incluirse franjas, aunque las más intrincadas incluyen tanto franjas como diseños repetitivos dentro de ellas y un campo central con profusión de motivos también geométricos; suelen tener un color marfil, gris, marrón y negro, mucho más vivos en el campo central. Su tamaño varía mucho (algunas piezas son muy grandes), y se emplean tanto para el suelo como para decorar paredes.

Las alfombras de motivos pictóricos y vegetales son muy apreciadas e incluyen objetos cercanos a la vida cotidiana de los indios, con alusiones a menudo jocosas de los adelantos del mundo moderno, como el ferrocarril y otros motivos cotidianos o de su entorno, como casas, montañas, letras o palabras, deidades y especímenes de la flora navajo (como el tallo de maíz, su “árbol de la vida”) y la fauna circundante.

Coleccionismo y conservación

La compra, conservación y exhibición de ejemplares de alfombras (independientemente de su antigüedad, ya que ésta no es determinente para fijar su valor) es una labor que requiere buenos conocimientos sobre las distintas peculiaridades propias de cada región de producción y un esmerado cuidado de cada pieza. En un principio se apreciaban de tal manera las alfombras orientales que estaban consideradas como objetos muy delicados, y rara vez se colocaban en el suelo (generalmente cubierto de esteras), sino que se adornaban con ellas mesas y arcones. Hoy día una alfombra continúa siendo un objeto de valor que resulta a menudo imprescindible como parte de la decoración, aunque ya se le considera también un objeto de uso que rara vez, como pueda ser el caso de las alfombras realizadas enteramente en seda, no pueda ser pisado. Además de cumplir esta función decorativa, una alfombra antigua es, en la mayoría de los casos, un objeto lujoso que alcanza valores muy elevados para los coleccionistas tanto de Europa como de Estados Unidos, capaces de pagar cantidades astronómicas por una pieza de buena calidad; son, asimismo, objetos cotidianos en las subastas de arte de todo el mundo, tanto como los cuadros u otros objetos de anticuario. Las alfombras han sido también utilizadas como adornos de pared, al estilo de los antiguos tapices.

La conservación de las piezas es, a menudo, un arte laborioso y complicado, tanto o más que el propio tejido. Lo primero en muchos casos es volver a teñir las áreas desgastadas, debiendo fijar la estructura sobre una mesa de trabajo para reproducir la tensión que aportaba el telar donde se realizó la pieza. La armadura debe ser restaurada perfectamente, ya que una armadura dañada puede hacer desaparecer la tensión y provocar daños irreparables en la estructura. Como puede esperarse, uno de los mayores problemas es igualar los colores que se emplearon en la lana originalmente, y otro de menor cuantía es renovar los extremos para evitar que se abra la pieza por ellos.

India

Los talleres de alfombras indios florecieron en los siglos XVI y XVII casi al mismo tiempo que las fábricas reales persas. De la escuela mogol de manuscritos, con gran influencia persa, se tomaron los motivos y el espacio central que dominaba el diseño de la alfombra. Sin embargo, los dibujos indios son una versión más naturalista de los estilizados modelos persas de flores y vides. Son típicas las composiciones asimétricas libres con animales y escenas de caza sobre fondo predominantemente rojo oscuro. De las escasas alfombras indias que se conservan, la mayor parte data de principios del siglo XVII y presentan diseños florales de una finura excepcional con más de 310 nudos por cm2. Estos diseños florales de las alfombras mogoles incluyen celosías, arbustos en flor dentro de una reja abstracta, hojas de acanto y motivos típicos de las alfombras de oración.

China

Las alfombras chinas, y especialmente las del norte del país, difieren de las demás alfombras orientales en su diseño y color. Tradicionalmente China ha sido un centro importante de sericultura (cría del gusano de seda para la producción de esta fibra) y los artesanos chinos consideraban, por lo tanto, el tejido de lana como un artículo bárbaro. Las primeras alfombras chinas son de lana, aunque ya en el siglo XII se creó una fábrica de alfombras de nudo en la ciudad de Karakoram para suministrar a la corte imperial. Los diseños de las alfombras chinas son realistas, es decir, los dibujos tienen un significado concreto y rara vez son de tipo decorativo. En los medallones centrales suelen aparecer motivos abstractos que son versiones esquemáticas de tres ideogramas que representan la longevidad, la suerte y la felicidad conyugal. Los múltiples animales y objetos que adornan las alfombras chinas siempre tienen un significado religioso o simbólico. El animal mitológico por excelencia es el dragón, con sus tres aspectos simbólicos de gran dios, soberano de las fuerzas de la naturaleza y símbolo del emperador. Las flores y las frutas también son muy utilizadas, especialmente el crisantemo de otoño (como símbolo de longevidad) y la peonía (como símbolo de nobleza, prosperidad y amor). Otros símbolos del medallón ilustran creencias religiosas taoístas o budistas. Las alfombras de nudo chinas son bastante recientes y la mayoría data de los siglos XVIII y XIX.

Alfombras occidentales

La fabricación de alfombras manuales, se extendió rápidamente por Europa, fundamentalmente en Francia y Flandes, donde apareciendo un nuevo sistema sin nudos denominado “Bruselas”. Este sistema consiste en que el pelo de la alfombra se teje en bucles y no con extremos que queden libres. Se usan dos tramas de hilos que encierran un par extras denominados relleno y que sirven para mantener prieto el tejido.

Con la invención del telar “Jacquard” en Francia, en 1801, se hizo posible tejer alfombras de 5 colores y ser usados a lo largo de toda ella. Siguiendo un funcionamiento parecido a la modalidad “Bruselas”, la técnica Wilton dio como resultado unas alfombras de un grosor lujoso.

Fue en 1755 cuando apareció este sistema. Consistía en creaciones hechas a mano, pudiendo llegar hasta tener 8 colores diferentes. La manera de trabajar los penachos se hace individualmente, y no como si fuese un tejido continuo. Una evolución posterior, por parte de halcyon skinner, permite teóricamente usar un número ilimitado de colores en el mismo tejido.

España

Las primeras alfombras de nudo se fabricaron en los siglos XII y XIII en España, que mantenía estrechos vínculos con la cultura islámica. Las alfombras se tejían con un solo nudo de urdimbre, técnica típica del nudo español. Los famosos centros medievales de Chinchilla, Cuenca y Alcaraz fabricaban las denominadas alfombras heráldicas, que combinaban motivos árabes con otros europeos, como escudos de armas y símbolos cristianos. A principios del siglo XV se copiaron motivos de las alfombras y sedas importadas de Anatolia, como el símbolo del árbol de la vida y los dibujos de escritura cúfica. El estilo de las alfombras españolas se fue haciendo cada vez más occidental. En el siglo XVII la Real Fábrica de Tapices de Santa Bárbara, bajo la protección de la casa real y de la corte, también se dedicó a la fabricación de alfombras. Durante el reinado de Carlos III se confeccionaron un gran número de alfombras para los palacios de Aranjuez y El Pardo. Esta actividad en los telares de Santa Bárbara se intensificó durante el siglo XIX, lo que favoreció la aparición de artesanos privados que también se dedicaron a la producción de alfombras.

Con la introducción de los telares mecánicos, la producción de alfombras anudadas a mano decreció, aunque se continuaron realizando en algunas zonas de España; merecen destacarse las producidas en Mallorca y las de la Fábrica Nacional de Alfombras, que continúa la labor de la Real fábrica.

Francia

Debido al apoyo real a las fábricas de alfombras, Francia se convirtió en el principal productor de piezas europeas de lujo de los siglos XVII y XVIII. Los principales centros franceses de alfombras eran Savonnerie, creada en 1627, a quien Luis XIV encargó gran cantidad de alfombras para el palacio de Versalles, y Aubusson, que se convirtió en fábrica real en 1665. Las alfombras de estas dos manufacturas presentaban motivos arquitectónicos y paisajes inspirados en la tradición occidental, aunque también tomaron motivos de las alfombras chinas. En 1825 Savonnerie se unió con la manufactura de los hermanos Gobelin, cuya producción superó a todo lo realizado en Oriente, y las alfombras perdieron en calidad (véase Gobelinos). Más tarde las alfombras de Savonnerie, por su alto precio, dejaron de utilizarse para recubrir suelos.

Inglaterra

En Inglaterra, las alfombras comenzaron a fabricarse entre la segunda mitad del siglo XVI y principios del XVII. A medida que fue aumentando la demanda, se fueron creando más fábricas, destacando las de Fulham y Moorfields en Londres, la de Kidderminster en Shropshire, la de Wilton en Wiltshire y las de Axminster y Exeter en Devon. El tejido de nudo se denominó trabajo turco y los diseños eran de tipo bordado inglés o imitación de los dibujos orientales. A mediados del siglo XVIII la fábrica de Wilton introdujo en sus alfombras elementos de la Savonnerie francesa y arquitectónicos y decorativos de Robert Adam. La aparición de la mecanización a finales del siglo XIX afectó negativamente a la artesanía del tejido de alfombras en Inglaterra y acabó con la producción de las alfombras occidentales manuales de nudo.

Escandinavia y el resto de Europa

Las técnicas de tejido probablemente fueron importadas de Turquía a Escandinavia por los vikingos. En la actualidad todavía puede apreciarse la influencia turca en las alfombras Rya que se fabrican en Suecia y Finlandia. Los movimientos actuales del norte de Europa y Escandinavia están basados en las artes regionales tradicionales. Liderado por el movimiento Arts & Crafts en Inglaterra a finales del siglo XIX, en casi todos los países occidentales se ha ido produciendo el resurgir de diferentes técnicas y diseños antiguos. Así, por ejemplo, en 1879 se creó en Finlandia la Asociación de los Amigos de la Artesanía, y los artistas tejían alfombras basadas en dibujos populares. En la segunda década del siglo XX estos estilos populares se sustituyeron por otros modernos, como el cubismo y el funcionalismo. En Alemania, la Bauhaus se convirtió en un importante centro de formación para artistas y artesanos que deseaban aprender el diseño aplicado a la producción industrial

América

En los Estados Unidos, la industria de las alfombras se inicia en 1791, cuando Willam Sprague estableció la primer fábrica de alfombras de lana en Filadelfia. Esto continuó a principios de 1800, con nuevos establecimientos en nueva Inglaterra como el caso de la legendaria ” Beatti Manufacturing Company, en Little Falls, Nueva Jersey, que operó hasta 1979.

En 1839, Erastus Bigeloy revolucionó la industria, con el desarrollo del “power loom”, un telar mecánico para el tejido de alfombras. El telar de Bigelow, que duplicó la producción de alfombras al primer año de ser fabricado y la triplicó en 1854, forma ahora parte de las colecciones del Instituto Smithsoniano.

Bigelow continuó dedicándose a la innovación, produciendo la primer alfombra de telar ancho, que evitaba costuras o uniones, en 1877.

El Telar Mecánico con “mecanismo Jacquard” fue desarrollado en 1849, y la alfombra de Bruselas fue manufacturada por la Compañía Clinton de Massachussets. El telar de Bruselas fue ligeramente modificado, permitiendo la fabricación de la alfombra Wilton. Más tarde, la Compañía de Alfombras Hartford se unió con la Compañía Clinton, transformándose en la poderosa Compañía de Alfombras Bigelow.

En 1878, cuatro hermandos de la ciudad de Shuttleworth trajeron 14 telares mecánicos de Londres y establecieron su planta de producción en Amsterdam, New York. En 1905, la compañía introdujo una nueva alfombra, la Karnak Wilton, que fue un suceso instantáneo, al punto tal de tener que construir una planta exclusivamente dedicada a la producción de esta alfombra. Los operarios de telar ( tejedores, en la jerga ) trabajaban cuatro o cinco años sin cambiar los patrones ni los colores de sus telares.

En 1845, Alexander Smith establece su planta de fabricación de alfombras en West Farms, New York. Un norteamericano, Halcycon Skinner, habia perfeccionado el telar mecánico, para fabricar la alfombra Royal Axminister, en 1876. El y Smith en conjunto crearon una fábrica de alfombras muy exitosa. Alexander Smith fue elegido Congresista, en 1878, pero murió esa misma tarde. Al momento de su muerte contaban con 1.600 trabajadores en la fábrica A. Smith e Hijos, que continuó su trabajo. Durante la Primer Guerra Mundial, los telares fueron adaptados para fabricar tela para carpas, y sabanas para la marina. Ya en 1929 Alexander Smith e Hijos era la mayor fábrica de alfombras y moquetes de todo el mundo.

El industrial y comerciante Marshall Field adaptó un Telar Axminister ( los identificamos con el nombre de la alfombra para la cual fueron creados / modificados ) para crear algo impensado hasta el momento: una alfombra que simulaba las alfombras orientales de realización completamente manual, permitiendo realizar una amplia gama de intrincados diseños y prácticamente sin límites de colores. La fábrica Karastan se estableció en 1926 y acercó al público las primeras alfombras KARASTAN en 1928.

Tanto Alexander Smith e Hijos, Bigelow, y Karastan, son empresas que hoy en día continúan, pero como divisiones específicas de Industrias Mohawk, con sede central en Georgia.

En la actualidad hay muchas manufactureras de alfombras, produciendo este tipo de alfombras, ya sea simulando las alfombras orientales, o con diseños modernos pero continuando con la simulación de la técnica manual oriental mediante la combinación del tejido a telar y el empenachado. ( llamamos empenachado “tufted” en Inglés, al tejido en el que quiere decir que los hilos se asientan en un respaldo textil que es la base primaria, que lleva un recubrimiento adhesivo que les da firmeza y unidad. Una base secundaria es la cubierta que da a este revestimiento tejido una gran fuerza y resistencia, sobre esta segunda es donde se trabajan los diseños.

La industria de las alfombras empenachadas ( tufted ), nacida en Estados Unidos, y orgullo de Georgia. Primero definamos empenachada, o empenachar como la acción de introducir pelito por pelito en una carpeta entramada que se usa como base, para luego atarlos debajo, ya sea en forma manual, o con máquinas que realizan el proceso, simulando, como dijimos antes, la fabricación manual. Hacia el final de 1800, la ciudad de Dalton, Georgia, se esforzaba junto a los trabajadores de las plantas de procesamiento de algodón y de fabricación de herramientas de acero, para formar un pequeño pueblo hacia los valles del norte de Georgia. Este área que no era ideal para vivienda y cultivo estaba apenas poblada. por gente dura y autosuficiente.

La industria alfombrera comenzó de modo simple. Una joven mujer de Dalton, Catherine Evans Whitener, recreó un cubrecamas en un patrón hecho a mano que ella habia visto, como regalo de bodas. Copiando el patrón de una colcha, cosió gruesos retazos de algodón, con puntadas corridas, sobre tela muslin, abrochó las puntas de los retazos de algodón para que no se salieran, y finalmente lavó todo con agua caliente para evitar que el algodón se saliese. Su cubrecamas despertó gran interés, y en 1900 hizo su primer venta por U$D 2.50. Hacia 1930 la demanda era tan grande que muchas mujeres se lanzaron a su fabricación de los mismos, muchas veces abarcando la familia entera en la empresa. Un trabajo que realmente ayudó a los pobladores del área, en el contexto de la gran depresión económica de EE UU y el mundo en esa época.

Tipos de alfombras

Las alfombras, comúnmente pueden clasificarse, según el modelo de nudo que siguen, y el sistema utilizado. Existen alfombras en nudo (con menor o mayor espesor), alfombras rasuradas y alfombras mixtas (nudo y rasurado sobre el mismo lienzo).

También existen las alfombras en rollo o las alfombras modulares (comúnmente usadas en áreas de trabajo para el fácil acceso a los registros subterráneos).

Las tribus nómadas, utilizan pequeños telares portátiles para sus creaciones, que no suelen ser de gran tamaño. Por lo general estas alfombras, han desarrollado sistemas geométricos, con líneas verticales y horizontales. Pueden también representar temas florales, de animales, estrellas, etc. El material usado puede ser la lana, el pelo de camello y la seda.

A diferencia de las alfombras nómadas, las alfombras realizadas en ciudades o pequeños pueblos, se elaboran con telares mucho mayores, dando como resultado un tamaño mucho mayor. Suelen ser mucho más estilizadas y representan modelos geométricos más repetitivos y mucho más ceñidos a un planteamiento ordenado y siguiendo un patrón de dibujo previamente elaborado. Este tipo de alfombras, pueden llegar a alcanzar los 12 metros de longitud, utilizando como material, lana, sedas, hilos de oro y plata.

Por lo general se utiliza el mismo tipo de telar para ambos tipos de alfombras: las de tapicería y las de nudo. Aunque la forma del telar varía según las culturas, sus elementos son siempre los mismos. Un telar está formado por dos rodillos paralelos fijos (denominadas plegador y enjulio) a los que se sujetan los hilos de la urdimbre. Entre ambos rodillos se encuentran los listones de entrecruzamiento y los lisos sujetados con unos soportes denominados cárcolas que levantan alternativamente los diferentes hilos de la urdimbre y permiten al tejedor introducir la lanzadera con el hilo de la trama entre ellos. En la antigua Grecia se utilizaba una variante del telar de alto lizo (vertical), semejante a la que actualmente existe en los países escandinavos. Se denomina de alto lizo porque los hilos de la urdimbre cuelgan libremente de la barra superior y se mantienen verticales mediante pesas de cerámica o piedras atadas a sus extremos.

Actualmente las alfombras se clasifican según la técnica de elaboración, según su felpa y según su textura.

Según su técnica de elaboración se clasifican en:

Alfombras anudadas a mano: Proceden de Oriente y conservan, desde hace s., las características de su primitiva fabricación. Su técnica es muy sencilla:

Consiste en anudar sobre una urdimbre de algodón los cabos de hilo, con los que se alterna la trama de ligadura.

La calidad de una alfombra anudada a mano se juzga por la bondad de las fibras empleadas y por el número de nudos por decímetro cuadrado.

La única operación de acabado que se requiere es la tundidura, cuyo objetivo es nivelar la altura del pelo y que se realiza con agujas especiales.

Se realizan en telar, en lana, seda o la combinación de ambos materiales. Los tipos de nudos son:

Nudo persa o Senneh: Es el nudo asimétrico permite realizar diseños más complejos, con él se logran hacer curvas para darle una mayor definición a los diseños.

Nudo turco o Ghiordes: Es el nudo simétrico para realizar los diseños geométricos.

Nudo tibetano: Se utiliza principalmente para tapetes modernos o contemporáneos, son tapetes de diseños más sencillos.

Alfombras afelpadas: Aquellas cuya felpa o pelo forma una especia de terciopelo. Hoy en día gran parte del mercado ha sido absorbido por este tipo de alfombras. Estas alfombras fabricadas en serie, pueden ser adquiridas por un mayor número de personas. El instrumento clave es un remallador en forma de gancho que tiene una cuchilla en un extremo para cortar los bucles y hacer así el pelo. Para mantener la fibra en su lugar se extiende una capa de látex por la parte inferior de la alfombra. Aunque la apariencia parece la de una alfombra elaborada a mano, no lo es.

Alfombras tufted: Es un nuevo tipo de alfombra introducido y ampliamente empleado en los mercados ingleses y americanos. La técnica de fabricación, si bien no puede considerarse revolucionaria, es, sin duda, nueva y ofrece las ventajas indiscutibles de su sencillez. Hoy en día más del 90% de las alfombras son alfombras “tufted”. En éstas, la fibra es insertada en un respaldo textil, fijada mediante un adhesivo y cubierta con un respaldo secundario. El rizo formado con los hilos al fabricar alfombras puede ser cortado para crear una alfombra de pelo o puede dejarse tal y como está formando alfombras de rizo. También pueden combinarse hilos cortados con rizos formando interesantes diseños.

Alfombras con ligadura en malla: Se fabrican en una técnica totalmente diferente de la tradicional en máquinas circulares, especialmente dispuestas para la formación del pelo. Esta última operación se realiza alimentando la máquina, no sólo con el hilo normal que sigue la ligadura, sino también con la fibra que sirve de pelo. Esta fibra se coloca en la máquina mediante mecanismos especiales, semejantes a las cardas usadas en hilatura. De este modo se obtiene un tejido, generalmente de algodón, que mantiene entre sus anillos a la fibra que constituye el pelo. El tejido así obtenido tiene un aspecto de pelo irregular y enmarañado, y la sujeción de las fibras suele ser muy precaria. Luego se procede al acabado, que consta de diversas operaciones.

Alfombras del tipo non woven (tela no tejida): De aspecto parecido al fieltro, se pueden considerar como auténticos pavimentos textiles; su principal ventaja es el bajo costo de elaboración, pues en ella se eliminan los clásicos ciclos de hilatura y tejido. El procedimiento consiste en formar un acolchado de peso, espesor y altura deseados, que se coloca sobre un soporte de yute, pasando luego bajo la acción de un bastidor de agujas. La parte móvil del batidor está constituida por 2 planchas metálicas, una de las cuales está provista de una serie de ganchillos que tiene la misión de entrecruzar las fibras unas con otras.

Según su felpa, se clasifican en:

Pura lana: La alfombra de lana posee distintas virtudes, una de ellas es su aspecto suave y decoroso. Otro de los motivos por el cual se recomienda la lana es que pasado el tiempo, ésta tiene una mejor vejez conservando así su belleza y vida útil Ideal para uso residencial u oficinas que requieren un alfombramiento de categoría y nivel. Es antiestática, e ignifuga No sufre apelmazamiento. s una fibra natural suave y resistente siempre que se elija una de buena calidad para su fabricación. Es más costosa y requiere de mayor cuidado que el resto de las fibras, por la pérdida de pelusa y el apelmazamiento. Es menos resistente a la suciedad y manchas que los hilados sintéticos, además debe protegerse de zonas húmedas. Siempre es aconsejable adquirir las que vienen con tratamiento antipolillas, ya que la lana es vulnerable a la invasión de este insecto. Las alfombras de lana pueden ser de lana pura o con mezcla de nylon.

Mezcla: La alfombra de mezcla tiene la característica de rescatar las mejores cualidades de ambas materias primas. Combina la suavidad y calidez de la lana con la resistencia del nylon logrando una alfombra muy atractiva.

Sintéticas:

Dentro de las alfombras sintéticas podemos encontrar distintos hilados, por ejemplo:

Antron: Estas alfombras estan tejidas con hilados de antron (nylon) , reconocido por sus excepcionales características. Poseen gran resistencia tanto al desgaste como a las manchas, no las afecta la humedad y poseen una estructura antiestática permanente. Esta fibra sintética se caracteriza por no poseer brillo, y está reconocida por su durabilidad y dureza.

Polipropileno: Son alfombras de gran durabilidad . Fuertes y con resistencia a factores tal como la humedad, insectos, polillas hacen que sea un material elegido tanto en oficinas como en residencias. Se diseñó al principio para alfombras colocadas en el exterior y para sótanos, debido a su resistencia a la humedad, hongos, daños por agua, manchas, apelmazamientos, desgaste y electricidad estática. Actualmente su uso se ha generalizado debido a su durabilidad, su aspecto y textura, similares a la lana. Es una fibra fuerte, resistente y fácil de limpiar. Debido a que se tiñe antes de tejerla, sus colores son inalterables. Algunos tipos de polipropileno tienden a opacarse y decolorarse cuando se exponen a la luz solar directa.

Nylon: Es la fibra con mejores propiedades para utilizar en alfombras: alta dureza y resistencia al apelmazado y despeluzamiento, lo que la hace ideal para zonas muy transitadas. Suele estar tratada con aditivos que la vuelven resistente al moho y la suciedad. Estos tratamientos, incorporados a la materia prima, le otorgan propiedades antiadherentes y antihumectantes de por vida, haciéndolas fáciles de limpiar y mantener. No lo afectan los insectos.

Poliéster: No es un hilo tan duradero como el Nylon, pero aun así es bastante resistente al desgaste y ofrece una amplia variedad de texturas y colores. Aunque sufre apelmazamientos (tiende a formar bolas) y desgaste, es un material hipoalergénico, repele la humedad, resiste a los hongos y a la polilla, y es de fácil limpieza.

Acrílico: Es la fibra sintética más parecida a la lana. Se fabrica sobre todo para uso comercial. Es resistente a la suciedad, a las polillas y al moho. También es fácil de limpiar. Dispone de una amplia variedad de colores, y expuesto a la luz del sol se decolora menos que el Nylon o el poliéster.

De fibras vegetales:

Yute: Suave al tacto. El yute es la fibra vegetal más económica y con gran variedad de tejidos y colores. Muy sensible a las manchas y al agua. No apto para zonas muy transitadas.

Sisal: Es una fibra más dura y resistente, disimula mejor el desgaste. Se la puede utilizar en zonas de alto tránsito. Combinada con lana, convierte su textura más suave al tacto, aunque menos que el yute. Se aconseja aplicarle un tratamiento antimanchas.

Coco: Tejida con fibras de la cáscara del coco, se obtiene una alfombra áspera y rústica. Es la fibra más fuerte y resistente de todas, y precisa de mínimos cuidados. Se utiliza en varios colores, texturas y tramas.

Tatami: Es un hilo de papel de arroz tejido de forma entrelazada con espacios entre sí para dejar pasar aire. Su textura es suave y se desgasta fácilmente. (Tatami; su nombre proviene del módulo que utiliza la arquitectura japonesa para diseñar los espacios de la vivienda tradicional de ese país).

Sea-Grass: Se trata de un musgo marino que crece en terrenos inundados, tejido en forma de cordones gruesos. Altamente resistente y totalmente impermeable. Es el más costoso de todos.

Esteras: Hecha a mano con tiras de tela trenzadas en una urdimbre de hilos de lino.

Según su textura se clasifican en:

Pelo cortado: Las alfombras de “pelo cortado” suelen ser las más elegidas para el hogar por su aspecto aterciopelado, pues otorgan sensación de mayor calidez y realzan los ambientes. También se utilizan en despachos y lugares de trabajo como oficinas, donde la circulación de personas no es permanente. La alfombra de pelo cortado jerarquiza el lugar. Es una textura suave al tacto, fácilmente reconocible a la vista por su aspecto aterciopelado, producto de una capa de pelos cortados y parados como si fueran bouclés cortados en las puntas. El precio y calidad varían según la cantidad de hilos. Las de más pelo serán las más mullidas, resistentes y costosas.

Tipo frieze: Son alfombras de pelo cortado pero posee un proceso de fijación especial en la torsión de los hilos. Es un pelo retorcido corto (enrulado) que lo hace más duradero y muy adecuado para zonas transitadas, disminuyendo las marcas de pisadas.

Bouclé liso: Pequeños ganchos o rulos de hilo compactos y alineados a la misma altura. Son de fácil limpieza ya que mantienen la suciedad en la superficie. No marcan las pisadas y son ideales para lugares de alto tránsito como escaleras, habitaciones infantiles, etc.

Bouclé estructurado: Se caracteriza por bouclés de distintas alturas, generando diferentes relieves y ofreciendo una variedad estética distinta al bouclé liso, pero con las mismas ventajas.

Pelo retorcido: Es una alfombra conformada por hilados retorcidos, esto hace que luzca rustica pero elegante. No marca las pisadas, no forma pelusa y su duración es excelente.

Combinadas: También se pueden conseguir alfombras con diseños de texturas combinadas, alternando bouclé y pelo cortado, o distintos niveles de una misma textura. Incluso algunas variedades incorporan pedazos pequeños de otros materiales (madera, cuero, etc.).

Materias primas

Los materiales empleados en la fabricación de alfombras, como ya se ha mencionado, han cambiado muy poco en el correr de los siglos. Principalmente se ha utilizado la lana, el algodón, el pelo de cabra, la seda, el pelo de camello y los hilos de oro y plata (para bordar pequeñas zonas). No obstante, las fibras artificiales han sido también muy utilizadas en los últimos tiempos, debido a su facilidad de fabricación y a su bajo costo, en multitud de usos textiles, dentro de los que hay que incluir, evidentemente, a las alfombras.

La lana es la materia usada por antonomasia para elaborar alfombras, tanto para la urdimbre como para la trama y el nudo. Las tribus nómadas la usaron desde siglos atrás para sus piezas, seleccionando cuidadosamente la lana de sus mejores ovejas para realizarlas, y dejando para el resto de prendas las lanas de peor calidad. Teniendo en cuenta que las condiciones climatológicas pueden afectar a la calidad (la cual disminuye en épocas de sequía), además de que el proceso de hilado era una labor costosa, la lana era un producto tan básico como difícil de obtener.

El algodón, sin embargo, es el material más utilizado en la actualidad, aunque ya fuera empleado antaño por ser más fuerte que la lana, ya que las tramas y las urdimbres realizadas con él son más difíciles de romper. La tensión en el telar, por otro lado, es mucho más uniforme con el algodón, por lo que es mas fácil guardar la regularidad del dibujo. Su uso como nudo, sin embargo, es mucho más ocasional, e incluso sólo se utiliza en ocasiones para rematar algunas zonas concretas, como las alfombras realizadas por la tribu persa baktiari, que presentan pequeñas zonas rematadas con nudos de algodón blanco sin teñir.

El pelo de cabra ha sido utilizado para elaborar urdimbres o para rematar los orillos. Este material, sin embargo, no es muy apropiado para realizar el nudo por su poca resistencia a la tensión, lo que ocasiona la aparición de arrugas que estropean el resultado final. La proliferación de alfombras realizadas con este material responde a menudo a la creencia de que las serpientes no se deslizan por esta superficie, por lo que una persona que se sitúe sobre ella se encuentra a salvo de su peligrosa mordedura. El pelo de camello, por su parte, es muy apreciado como aislante del frío.

La seda, el material, sin duda, más caro con el que se puede realizar una alfombra, se puede utilizar tanto para la trama como para el pelo. La usada para la urdimbre debe ser muy fina y fuerte, y, como resulta evidente, se presenta de manera muy compacta, debido al escaso grosor del material. Su tacto es particularmente suave, y su acabado y lustre visual incomparable, pero no son válidas para ser utilizadas en el suelo, ya que se ensucian con muchísima facilidad, por lo que suelen ser colgadas en las paredes, a modo de tapices.

Los hilos de plata y oro fueron empleados en Persia, hacia el siglo XVI y XVII, para bordar pequeñas zonas en las alfombras anudadas, y en Estambul, a finales del siglo XIX, por artesanos armenios, técnica que fue copiada por los tejedores turcos. Los ejemplos de alfombras planas con hilos de oro son muy escasos, y apenas si se encuentran en algunos kilim de Anatolia central y oriental con tramas metálicas.

Las fibras vegetales apenas sí se han empleado en la fabricación de alfombras. El yute y el cáñamo ha sido empleado a veces en la armadura de las alfombras indias menos costosas, aunque son materiales frágiles y propensos a la rotura. También se utilizó el lino antaño, pero es un material demasiado caro, por lo que su uso ha ido disminuyendo hasta casi desaparecer.

Hoy día las posibilidades que aportan las fibras sintéticas, que ofrecen mayor resistencia, facilidad de limpieza y bajo costo de fabricación, además de la amplia gama de colores que ofrecen los colorantes a base de pigmentos orgánicos, los cuales soportan mejor los excesos de luz, han propiciado que el mercado se surta de alfombras realizadas a imitación de los modelos orientales, pero con materiales sintéticos, los cuales remedan incluso la textura de los nudos y la materia prima de éstos.

Tintes y teñido

El tintado de las alfombras orientales se ha realizado tradicionalmente con métodos naturales a base de fuentes vegetales, minerales o animales. En general, se utilizan las mismas técnicas que para las telas, con lo que el color marrón proviene de la cáscara de nuez y del óxido de hierro, el amarillo y el naranja de las pieles de cebolla, los tonos amarillentos de las hojas de sauce y abedul, los tonos púrpura de los mariscos y las raíces de moras, el gualda de la planta del índigo, y el rojo de la rubia y la cochinilla (en Europa se usaba el quermes).

Los tintes químicos comenzaron a utilizarse en Europa en el siglo XIX, y de ahí fueron exportados a Persia, aunque en un principio fueron prohibidos. Los derivados de la anilina fueron de los primeros productos que se extendieron para el tintado de alfombras, sobre todo a raíz de la extensión del Imperio ruso (véase Rusia: Historia), cuyos zares ampliaron su territorio hacia el Cáucaso y Asia Central durante el siglo XIX. Precisamente, el uso de tintes sintéticos trajo consigo una disminución en la calidad de las alfombras, ya que el aumento de la demanda exigía una mayor producción, con el consiguiente descuido de algunas de las técnicas básicas utilizadas en la fabricación desde antaño, como puedan ser los tintes; los colorantes artificiales atacan a la resistencia de la fibra, son inestables y se decoloran fácilmente, lo que produce que den colores mucho más fríos, con ruptura del equilibrio cromático. En los últimos tiempos el proceso se ha invertido, y se ha producido una revalorización de las piezas elaboradas con tintes naturales.

El teñido tradicional se realiza, en el caso de la lana pura, hirviendo ésta con un mordiente (generalmente alumbre). Los tonos más oscuros necesitan diferentes inmersiones de la lana, aunque factores como la temperatura externa influyen directamente en el resultado final. Otro método utilizado es el de la fermentación, donde la lana se introduce en tinas de grandes dimensiones que se dejan al sol por un período de tiempo que puede llegar hasta las ocho semanas. El teñido tradicional, por otra parte, es una operación que requiere una gran habilidad, y cuyo secreto ha sido celosamente guardado durante generaciones por los maestros que preparaban la lana que se iba a utilizar en el telar.

A menudo se pueden observar vetas de un color ligeramente distinto en zonas determinadas y monocromas de una alfombra; estas vetas reciben el nombre de abraso, y se deben a la inestabilidad del color de la lana de los nudos o al empleo de una madeja de lana procedente de un tintado distinto al original. Muchas veces el abraso es apreciado por los compradores como garantía de un proceso artesanal.

Como dato curioso, aunque ciertamente importante, se puede resaltar que el color verde predominante, al estar considerado como un color sagrado para el Islam, es muy raro de encontrar en las alfombras orientales; hay muy pocos ejemplos, como algunos encontrados en la ciudad turca de Konya, aunque sí es relativamente frecuente encontrarlo en alfombras realizadas por comunidades cristianas, como en algunas zonas del Cáucaso. Además, el verde es un color difícil de conseguir con el proceso de tintado vegetal, por lo que es muy apreciado entre los coleccionistas.

El telar

Suele usarse el mismo tipo de telar para realizar alfombras planas y de nudos, aunque el modo de construirlos y el material utilizado varía mucho entre las diferentes culturas. Básicamente hay dos tipos de telares, el horizontal y el vertical (con enjulios similares a los del telar horizontal o con el sistema llamado “de alto lizo”, en el que los hilos cuelgan libremente de la barra o enjulio superior, y se mantienen verticales mediante pesas o piedras atadas a sus extremos).

El telar actúa como marco donde los hilos de la urdimbre se aseguran longitudinalmente, y sobre ellos se va pasando la trama (hecha de lana, algodón, seda u otro material) por encima y por debajo en un ángulo de 90º. Las alfombras planas están formadas sólo de urdimbre y trama, mientras que el acabado de las alfombras de nudos se consigue al entrelazar éstos y mantenerlos en su sitio gracias a la presión realizada sobre la trama.

El telar horizontal es el modelo más primitivo de los usados para elaborar alfombras, e incluso sigue utilizándose hoy día, aunque sólo por algunas tribus nómadas o semi nómadas de Asia. Su construcción es bien sencilla, ya que sólo se necesitan dos maderos, conocidos como enjulios, los cuales se disponen sobre el suelo; los hilos de la urdimbre, generalmente de lana, se humedecen para incrementar la tensión y se extienden sobre los enjulios, formando una figura de un ocho, atándose firmemente. Para fijar los enjulios se clavan unas estacas en el suelo para evitar que éstos se desplacen, lo que proporciona la tensión en la urdimbre. También solían disponerse enjulios laterales en aquellas zonas que poseían cierta tradición, lo que contribuye a regularizar la forma de las alfombras, algo que no se da entre las tribus nómadas. Precisamente, el convado o la falta de tensión en las urdimbre produce pliegues e irregularidades visibles en el producto final. La anchura de la alfombra, como puede imaginarse, viene dada por la anchura de los enjulios, mientras que la longitud puede variar, llegándose a medidas superiores a los 5 m en los telares horizontales. Sobre el telar propiamente dicho se disponen tres listones de madera que forman un trípode sobre el que se ata un listón más que sirve de soporte para las madejas de la lana que el tejedor va tirando a medida que va utilizando ésta para hacer los nudos. Entre los enjulios se colocan unos listones de entrecruzamiento y unos lizos, sujetados por soportes, que levantan alternativamente los diferentes hilos de la urdimbre para poder introducir una lanzadera con el hilo de la trama en ellos. Este tipo de telares ha sido sobre todo utilizado por tribus nómadas que necesitaban un telar fácil de desmontar y trasladar en un animal de carga, lo que influye en la anchura media de la mayor parte de alfombras nómadas, que no suelen exceder de 1,5 m de anchura. La postura para trabajar en él es mucho más incómoda que en el telar vertical, lo que influye también en el escaso uso que de esta modalidad se ha dado tras la aparición de la modalidad vertical.

El telar vertical es, grosso modo, una versión más desarrollada del telar horizontal, a la que se le han añadido dos pilares paralelos fijos para unir los enjulios, los cuales se asientan firmemente en el suelo. Los enjulios, por su parte, tienen acoplados unos topes realizados con listones pequeños de madera resistente, los cuales se atan a los pilares para mantener tensa la urdimbre. El tejedor se coloca en frente del telar, delante de la urdimbre, lo que facilita mucho su labor, al ser su postura mucho más cómoda que en el telar horizontal; incluso pueden trabajar varios tejedores a la vez. El telar vertical ha ido evolucionando a través de los siglos. Los enjulios inferiores se han ido adaptando a las necesidades para poder ser desanclados a medida que se va realizando el trabajo, con lo que la urdimbre se queda suelta, permitiendo que la sección de alfombra ya realizada se pueda ir pasando al reverso del telar según se teje ésta. Se puede, así, continuar tejiendo sin necesidad de usar banquetas o bancos ajustables en altura. El primer telar con enjulios ajustables se diseñó en la localidad iraní de Tabriz hacia el año 1900, y de allí se extendió a toda Persia (actual Irán) y al resto del mundo; no obstante, el telar de Tabriz tan sólo permitía realizar alfombras de una longitud máxima de dos veces la altura del telar, por lo que se le han ido realizando innovaciones con las que poder realizar alfombras mucho más largas. Se ideó un sistema con enjulios móviles o rodillos que permiten ir desenrollando la urdimbre en el enjulio superior cuando el tejedor lo desee, mientras la parte de la alfombra ya realizada se va enrollando alrededor del enjulio inferior, tanto más cuanto más larga se necesite que sea la alfombra. El telar de enjulios fijos se usa, pues, para alfombras de pequeño y mediano formato, mientras que el de enjulios móviles se utiliza para las alfombras más grandes.

Generalmente, sea o no una alfombra de nudos, el primer paso es tejer primero unas cuantas hileras de kilim para proteger los extremos del tejido. Tras ellos, se comienza el anudado. A menudo se dejan unos centímetros libres en los orillos, con lo que se obtienen los característicos flecos de muchos modelos. La alfombra de nudos se hace básicamente alternando, a lo largo de la urdimbre, las hileras de hilos con una o varias series o vueltas de trama, es decir, una serie horizontal de nudos realizados con hilos cortos que asoman por una misma cara del tejido y están fijados individualmente a uno o varios hilos de la urdimbre mediante una o varias vueltas de trama, a la que después se presiona con un peine o instrumento análogo para dar una consistencia uniforme a la alfombra; el resultado es una superficie mullida por el frente que esconde la estructura interna en la parte posterior.

Los nudos se atan manualmente sobre dos hilos de la urdimbre y se cortan con un cuchillo u otro objeto cortante que segue las hebras a la longitud necesaria; una vez terminada una fila de nudos se inserta una hilera de trama (simple, doble o múltiple) mediante un peine metálico. El proceso se repite hilera a hilera.

Los nudos, en general, pueden clasificarse en dos tipos: el nudo turco y el nudo persa. El nudo turco, o simétrico, también llamado ghiordes (por la región de Anatolia de donde es originario), usado sobre todo en Turquía, en zonas de Irán, en el Cáucaso y en Europa, se consigue al enlazar alrededor de dos cadenas de urdimbre un hilo que sobresale entre los cabos (es decir, rodeando con el hilo dos hilos contiguos de urdimbre), por lo que los dos extremos quedan colgando (los extremos sobrantes forman los “mechones” de pelo). El nudo persa, también llamado senneh (por la región persa de donde es originario) o nudo asimétrico, que se emplea en Irán, India y Asia Central, se caracteriza por enlazar un hilo alrededor de una sola cadena de urdimbre, pero haciendo salir sus extremos de forma asimétrica, un extremo entre el nudo y los dos primeros hilos de la urdimbre y otro entre los dos siguientes. Tanto el nudo turco como el persa pueden realizarse dobles; en tal caso se denominan jufti.

Otra variante es la llamada nudo español, utilizado en España y Portugal, que consiste en no atar los nudos en todos los hilos de la urdimbre, sino ir alternando pares e impares, en zigzag, con lo que se consigue un efecto de anudado menos denso con un ejecución más rápida.

Una vez que se ha acabado el proceso de anudado de la alfombra (o en sucesivas ocasiones en el transcurso del mismo), y cuando ésta va a abandonar el telar, se procede al afeitado, proceso delicado, normalmente llevado a cabo por un maestro, que tiene como objetivo igualar el pelo de la alfombra, irregular por la propia técnica de fabricación. La longitud de pelo resultante varía mucho, dependiendo a menudo del país importador, ya que en Inglaterra se prefiere las alfombras de pelo corto y en Estados Unidos de pelo largo. No obstante, el pelo corto suele ser sinónimo de nudo fino y rica decoración, mientras que el nudo largo suele enmascarar defectos y baja calidad del material.

Tejidos

Como ya se ha mencionado, existen dos tipos básicos de alfombras y, por tanto, de tejidos distintos fundamentales: el plano y el de nudo. El primer tipo se corresponde a las alfombras de los tipos kilim, sumak y verneh.

Los kilim (klim o kilim en árabe, gilim en persa o kilim en turco) se componen únicamente de urdimbre y tramas, con total ausencia de nudos. Las tramas se van pasando de extremo a extremo en cada urdimbre. Si es necesario cambiar el color, la trama se desplaza a través del tejido hasta el lugar exacto en el que cambia el diseño, donde se introduce una nueva trama, así hasta un nuevo cambio de diseño o la llegada de un orillo, lo que supone que se quede una fisura vertical en cada cambio de diseño, las cuales son cosidas con posterioridad. Suelen ser reversibles, y el material con que se realizan ha sido tradicionalmente la lana, aunque es también habitual en la India el empleo del algodón (en la ciudad kurda de Senneh se realizaban en seda). Los diseños de los kilim suelen ser bastante básicos, basados en diseños geométricos repetitivos, aunque se muestran muy atrevidos con las combinaciones de colores, algo que es muy apreciado en la decoración por el contraste que resulta no sólo en su utilización en suelo, sino en paredes; puede decirse que su uso en el suelo es incluso desaconsejable, puesto que no están diseñados para soportar un uso diario en una casa occidental, como pueda ocurrir con las alfombras de nudo, mucho más fuertes y resistentes.

Los sumak se elaboran siguiendo la técnica de enlazar las tramas por encima de cada cuatro hilos de urdimbres mientras que por debajo se enlazan cada dos, repitiendo el proceso hasta los orillos. Los cambios de diseño se realizan de manera similar a los kilim, aunque nunca se dejan fisuras. Los sumak sueles estar finamente tejidos, y son más duraderos que los kilim. Son propios del Cáucaso, el sur de Irán, la península anatólica y zonas de Afganistán. A diferencia del kilim, el sumak puede no ser reversibles, ya que una de sus caras puede presentar varios centímetros de hilos de trama sin cortar para proporcionar más calor.

Los verneh combinan las técnicas de los kilim con las de los sumak, presentando zonas realizadas con una u otra técnica. Son propios del Cáucaso y la Anatolia. Su uso en los suelos de las casas occidentales no es tampoco muy adecuado.

Las alfombras de nudo son siempre más caras que las planas, principalmente porque son más costosas de realizar; la diferencia fundamental con las alfombras planas es que el nudo permite mucha más precisión en el detalle y mejor acabado en los diseños curvilíneos, algo difícil de conseguir en los kilim y sumak.

Trazados y motivos

Los diseños varían mucho en la ejecución, según sean piezas dirigidas a las cortes y hombres poderosos del Oriente y los mercados europeos o las realizadas por las tribus nómadas, donde el diseño predeterminado resulta menos evidente. La tradición cuenta aquí con un peso mayor si cabe, que en muchas ocasiones se mantiene invariable. Los contactos con otras artes son ocasionalmente importantes, en cuanto a que no es raro encontrar motivos propios de la decoración de miniaturas, telas, pavimentos o pinturas adaptados a las alfombras, y por la misma razón es muy posible que la estructura y policromía de éstas haya influido en otras artes.

De manera genérica, la mayoría de las alfombras orientales presentan una estructura simétrica con motivos geométricos, como cuadrados, octógonos, caracteres de escritura cúfica, etc. La mayoría de los diseños poseen un campo o fondo central, rodeado por una franja o borde principal que a su vez está rodeado de algunas franjas o bordes secundarios más estrechos. Dentro del campo central el diseño suele contener un medallón en el centro, presentando el resto de trazados de modo geométrico, para que pueda contemplarse el conjunto desde cualquier ángulo; también es muy común un diseño direccional, en este caso asimétrico, usado sobre todo en las alfombras de oración, que debe orientarse en dirección a la Meca durante el rezo; y, por último, debe también nombrarse el diseño de “campo general”, donde los motivos suelen ser de pequeño tamaño y distribuidos en columnas repetidas, generalmente simétricas entre sí (la falta de medallón contribuye a su ubicación en cualquier rincón de la estancia).

Los motivos, en la mayoría de las ocasiones distintivos del origen de cada modelo de alfombra, están asociados a cada una de las zonas de su superficie, en cuanto a que suelen ser distintos los que se colocan en el campo o en los bordes, aunque también hay motivos simplemente decorativos que no tienen una ubicación específica.

En el campo, los motivos suelen repetir los diseños empleados para decorar toda la alfombra, sobre todo los motivos boteh (motivo similar al paisley, inspirado a su vez en el cachemir indio, que adopta formas muy estilizadas que recuerdan en ocasiones a un ciprés) y los herati (un rombo o diamante central flanqueado por cuatro hojas dentadas), aunque suele añadirse un medallón central (como los guls turcomanos y europeos, unos pequeños medallones repetitivos) u otros motivos de más relevancia, como la estrella de ocho puntas, la palmeta o la esvástica.

Los motivos de borde o franja son muy variados. Entre ellos destacan los motivos cúficos; las hojas dentadas y vasos de vino propios del Cáucaso y el Kurdistán; franjas de parra ondulante; el harshang o “motivo de cangrejo”, propio de Azerbaiyan; el cartucho en el que se insertan citas religiosas o, con mucho menor tamaño, la firma del tejedor; motivos animales, como pájaros, animales domésticos o asociados a la cinegética, etc.; la “tortuga” o samovar de Persia (también en el Cáucaso y el Turkestán); y otros motivos diversos, como aguamaniles y peines en las alfombras de oración, que recuerdan las obligaciones de limpieza antes del rezo a los fieles musulmanes.

Historia

Los datos referentes a las alfombras de nudo anteriores a la Edad Media son difusos, tanto por no encontrarse apenas ejemplares como por la falta de referencias escritas. Precisamente, el hallazgo de la alfombra de Pazyryk, datada en el siglo IV a.C. y conservada en el Museo del Hermitage, ha supuesto un auténtico tesoro entre los estudiosos de las alfombras que pone en duda el origen nómada de éstas, ya que precisamente la alfombra de nudo más antigua conocida ha resultado ser una alfombra aúlica, tejida por alguien experto y con experiencia, y no una tosca alfombre tribal. La técnica empleada en ella hace suponer que el origen de este tipo de alfombras puede remontarse a un milenio antes de nuestra era. Está anudada a la manera turca (aunque algunos fragmentos encontrados en la misma zona tienen nudos persas, por lo que es posible que la alfombra no se elaborara en esta zona, sino que se adquiriera en otro lugar), y presenta una rica y cuidada ornamentación que comprende motivos estelares o cruciformes rodeados por franjas de alces, un cortejo de hombres a caballo y otros de pie, en lo que parece una escena de caza (aunque no se ha podido demostrar esta teoría). Esta magnífica pieza fue encontrada en una tumba escita inundada, la cual, gracias al frío extremo de la zona siberiana, hizo que se conservada congelada hasta el momento de su hallazgo, en 1949.

Los siguientes hallazgos se remontan ya al siglo III de nuestra era, aunque tras esta fecha se abre un largo período oscuro que llega hasta el siglo XIII, e incluso en la Edad Media tan sólo se han encontrado algunas alfombras encontradas en mezquitas de Turquía, por lo que se cree que se debe a la dinastía turca de los selyúcidas el desarrollo de la técnica del anudado, la cual tuvo una alta difusión en el siglo XIII en todo Asia. La decoración de los fragmentos hallados del siglo III, donde priman los motivos de carácter geométrico, es similar a la de los encontrados pertenecientes al Medievo, por lo que parece bastante clara la continuidad y la ausencia de innovaciones en tan largo período de tiempo. Así, hasta el siglo XV la distribución es prácticamente la misma: un campo interno dividido en zonas iguales, repetidas regularmente, sin un tema que destaque, con marcos cuyo número y anchura es variable y que definen la superficie del campo interior.

Hacia el siglo XV la producción fue diversificándose por áreas de influencia territorial. Los reinos regidos por un poder absoluto (como pueda ser el caso de Egipto bajo el poder mameluco, la India o Persia) desarrollaron una prolífica producción de alfombras aúlicas que tomaron como modelo las demás artes, en muchas ocasiones con composiciones originales de determinados artistas que fueron introduciendo notables variaciones tanto en la estructura como en la decoración de las piezas; éstas tenían grandes dimensiones, estaban bastante elaboradas, eran ricas en ornamentos y figuras, y su acabado requería meses y a veces años de paciente trabajo. Cuando el componente de poder no es tan fuerte, como en el caso del Cáucaso, Anatolia o Asia Central, el predominio de los motivos geométricos tuvo una vida muy prolongada, con características regionales propias. Esta tendencia a la rigidez del dibujo y a la estilización continuó incluso hasta el siglo XVIII, momento en el que el declive de las manufacturas persas motivó el que los propios tejedores se dispersaran por otros territorios, llevando su arte a otros confines.

A partir de finales del siglo XVIII y principios del XIX, con el apogeo del colonialismo, creció de manera desmesurada el mercado de alfombras orientales, lo que ocasionó que la creciente demanda exigiera una mayor producción de los países de origen (incluso llevada a las cárceles) y una lógica pérdida de los caracteres regionales, ya que el comprador occidental deja de lado el lado práctico de las piezas para buscar sólo el aspecto decorativo, lo que supone que el diseño, la estructura, el formato, los materiales empleados y, en definitiva, las características propias de cada zona haya ido perdiendo fuerza, algo que se agravó con la llegada de la mecanización a los telares. Como punto de partida para poder clasificar las alfombras no se tienen en cuenta, así, la clasificación geográfica actual, puesto que la mecanización la ha hecho desaparecer, sino la delimitación geográfica tradicional, donde sí se distinguen algunas características peculiares.

Ni siquiera el formato ayuda a la clasificación, ya que la estandarización está muy extendida. Tradicionalmente pueden distinguirse varios formatos, como el keley o formato grande, propio de la producción aúlica persa, donde el largo suele ser el doble que el ancho; el khali o qali, el formato medio, el más común hoy día, cuyo largo es 1/3 mayor que su ancho; las que sólo tienen fija una dimensión, normalmente el ancho y en menor medida el largo; las alfombras de oración, que salvo escasos ejemplos, sus dimensiones no varían (0,8 ó 0,9 de ancho por 1,4 ó 1,6 de largo); además de un sinfín de formatos pequeños.

El proceso de mecanización ha sido especialmente patente en Europa y Estados Unidos, donde la industrialización textil ha hecho que prácticamente desaparezca la artesanía textil. La aparición de la moqueta, que permite cubrir la superficie completa de una habitación, ha relegado la alfombra, aún más si cabe, a la mera decoración.

Principales áreas productoras

Oriente Próximo

La alfombra oriental está estrechamente ligada a los ideales estéticos dominantes en el mundo islámico, que son el gusto por el color y las formas ornamentales. Es un arte no realista en el que predomina la abstracción y la estilización de los temas naturales, junto a la repetición de elementos simples, compuestos sobre la base de modelos temáticos y geométricos derivados de la influencia que las ideas de Pitágoras tuvieron en el mundo musulmán.

Persia (Irán)

El arte de tejer alfombras ha sido uno de los principales oficios de Persia (actual Irán) y un auténtico orgullo nacional. Su fama ha alcanzado a todo el mundo, y su calidad y exquisitez han sido admiradas en todas las épocas. Tanto es así que todavía hoy día se utiliza el epíteto persa para referirse a cualquier alfombra oriental, sea cual sea su procedencia. El diseño curvilíneo define a la producción persa, realizadas desde los siglos XV y XVI, y aún se siguen produciendo hoy día, aunque en la actualidad son más populares los diseños menos intrincados. La variedad de modelos es enorme, variando mucho su diseño, color y construcción. El uso doméstico ha sido común durante siglos, aunque la producción comercial ha hecho famosas a las alfombras persas, sobre todo las más sofisticadas, que contaron con el fuerte patronato real en los siglos XVI y XVII. El centro productor por excelencia ha sido, y es, Tabriz, de donde se transportaban las piezas a Estambul y de allí a todo el mundo. Los límites geográficos deben entenderse como pertenecientes al antiguo Imperio persa, por lo que puede que algunos de los centros pertenezcan hoy a otra entidad política.

Azerbayán

Azerbayán es la región fronteriza del antaño Imperio persa por el noroeste. El origen de sus habitantes es turco, y la ciudad estuvo muy vinculada a la ruta de la seda. La zona ha pertenecido tanto al Imperio persa como al árabe, selyúcida, mongol, otomano, safawí, qajar y ruso, por lo que ha sido un territorio en continua conquista y marcado por el devenir histórico. Sus principales centros productivos son:

Tabriz: fue una de las ciudades más destacadas en su época, capital del Imperio mongol, y un importante centro tejedor que en el siglo XVI se erigió como uno de los centros de producción de alfombras más importantes en el mundo, responsable de la expansión del diseño curvilíneo en la corte de Estambul. Sus tejedores han adaptado los diseños de las principales áreas productoras, y han utilizado tanto el nudo turco como el persa, con urdimbres y tramas de algodón, azul pálido o sin teñir, con un repertorio de diseños realmente rico y variado. Generalmente son alfombras de coloración rojiza con toques ocres o índigos. El pelo suele cortarse bajo, y el diseño más extendido es el realizado en tiempos del shah Abbas, con palmetas pronunciadas e intrincadas en las franjas, que varían en anchura. Existen, asimismo, similitudes con los diseños de la Anatolia, con alfombras de oración de campo monocromo y una lámpara colgante en el mirhab. El colorido en general es más suave que en las piezas turcas, aunque el tejido es más fino y compacto, y son, por tanto, más espesas, con gruesa y mate lana. El tamaño, por otro lado, varía mucho, aunque es famosa Tabriz por sus alfombras de gran tamaño, ligeramente estrechas en proporción.

Heriz: uno de los centros tejedores persas más prolíficos, con alfombras de gran tamaño, con doble trama de algodón; y Karaja, con urdimbres sencillas de algodón. Ambos centros producían alfombras caracterizadas por tener un gran medallón cruciforme rodeado por parras angulares sencillas; a menudo el medallón quedaba descentrado, por lo que solía acabarse la pieza con curiosas soluciones cromáticas, alargando las zonas de determinado color. También destacan sus alfombras de seda. La zona es también conocida por la calidad de sus tintes, tanto para la lana como para la seda, así como por sus diseños delicados y de excelente calidad. Son algunas de las alfombras más buscadas y mejor pagadas en el mercado internacional, sobre todo las antiguas, en las que la patina del tiempo ha dejado su impronta en los colores, algo más apagados, entre los que destaca el color marfil, muy apreciado por los coleccionistas.

Sarab: con alfombras de corredor y khelleh (alfombras largas y estrechas, como las de corredor, pero más anchas que éstas) de tamaño reducido, en las que sólo se empleó lana y trama doble o triple, finamente tejidas y flexibles, con nudo turco y pelo lustroso y largo, con una paleta de colores suave. Su diseño suele contener campos en forma de rombos alargados y medallones en forma de diamante; las franjas suelen ser estrechas, salvo la exterior, que es considerablemente más ancha, decorada con motivos locales, algunos zoomorfos.

Bakshaish: que produjo alfombras de excelente colorido y diseños a gran escala, muy apreciadas por los coleccionistas, cuadradas y de gran tamaño, flojamente tejidas, con pelo largo y suave.

Otros centros son Khvoy, con alfombras de pequeño y gran tamaño de nudo turco y calidad inferior a las kashan; Ardabil, que aunque no es un centro de producción muy destacable, si es famoso por dos piezas del siglo XVI que, aunque no fueron tejidas en ella, si son muy populares por haberse conservado aquí, en un sepulcro, y que suponen dos ejemplos de belleza y calidad incomparables, conservados en el Victoria and Albert Museum de Londres (en julio de 2006 fue expuesta en posición horizontal en el centro de la remozada galería Jameel, junto a otras mil joyas del arte islámico) y en Los Angeles County Museum of Art; y Meshkin, con resistentes alfombras de corredor.

Deben, asimismo, destacarse las alfombras realizadas por la etnia shahsavan, que realizó excelentes ejemplos de kilim y sumak para uso doméstico con una producción masiva hasta mediados del siglo XX; son, además, famosas sus bolsas domésticas y paneles para cunas, así como los sacos en forma de botella para conservar sal, empleando técnicas de sumak, kilim y verneh, con un hermoso colorido y gran durabilidad.

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