Nos ha tocado pasar por algo que sólo podíamos ver en las películas americanas de un futuro muy lejano y sobre todo muy ajeno a nosotros.Pero aquí está y aquí estamos.... atemorizados por un virus que no podemos ver, ni percibir, y que, como en un retorcido juego, vivir o morir, parece cuestión de azar.
Cierto es que, según variables, podemos tener mayor o menor probabilidades de un desenlace fatal, pero también es cierto, que sin tener las mayores probabilidades, ha fallecido gente joven o al menos, lo ha pasado, muy, muy mal.
En casa acordamos desde el principio que, ya que uno de nosotros tendría que seguir saliendo a trabajar, sería quien se encargara de las compras, en un intento de minimizar el riesgo de contagio.
Hemos adoptado todas las precauciones posibles: zapatos fuera de casa, debidamente desinfectados con agua y lejía, ropa de trabajo directo a la lavadora a 60º, ducha al llegar a casa y luego el saludo con abrazo y besos. Todo lo que llega del súper se desinfecta antes de guardarlo y he de aceptar que me he tomado todo ésto muy en serio, tal vez un poco al extremo, pero hasta el día de hoy estamos todos bien, y es lo único que cuenta.
Recuerdo la de veces que le decía a mi hermana :" Quisiera que se parara todo y estar en casa, sin prisas, ni obligaciones, con tiempo para mí y mis cosas, incluso pasarme el día entero viendo una serie o leyendo..." Pues esos días llegaron, quién me lo iba a decir?
....y lo menos que he hecho es estar echada viendo series o leyendo todo el día.... así de incomprensibles somos!!
Los primeros días seguí con mi ritmo frenético de hacer lo máximo posible desde la mañana hasta la noche, pero poco a poco me fui relajando y me tomé tiempo para escuchar los pájaros que comenzaban a visitar el jardín. En esos espacios de tiempo me descubrí haciendo un repaso a mi vida, recordando gente importante para mí, algunas que ya no están aquí, otras que están lejos y otras muy cerca, y deleitándome en los sentimientos y las emociones que iban surgiendo. Y dediqué mis ratos a sentirme viva, recordar lo vivido y pensar en todo lo que quiero hacer, compartir, visitar, vivir, probar....
Y me descubrí agradeciendo a la vida por muchas cosas buenas y quitando peso a las malas....
Espero que en estos días alguien más haya recordado, pensado y disfrutado de sus sentimientos y sobre todo creo que es un buen momento para poner las cosas en valor y agradecer lo que tenemos. Nada material, sino esas cosas que nos llenan el alma, esas cosas que nos hacen ser quienes somos y que nadie nos puede quitar.
Por eso este post va de eso...
Gratitud
Nos daremos cuenta que tenemos muchas cosas por las que estar agradecidos y de lo afortunados que somos por el simple hecho de vivir, por ver crecer a nuestros niños, por un abrazo de nuestra pareja, una llamada a nuestros padres o compartir un video gracioso con nuestros hermanos y reconocer así el dolor y la desgracia de aquellos que viven una pérdida o que pasan el día en vilo sin saber si un ser querido lo superará, reconocer la entrega de los que regalan sus días y su vocación (porqué no existe sueldo que pague lo que hacen) a los menos afortunados.
Que estoy segura que muchos, tras esta experiencia, intentaremos ser mejores hijos, mejores, padres, mejores hermanos....mejores personas.
Agradecer cada día ha sido un ejercicio liberador, gratificante y de crecimiento, por eso te invito a hacerlo.
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