Palabras y magia fueron al principio una y la misma cosa, e incluso hay palabras que siguen teniendo parte de poder mágico.
Con ellas podemos dar grandes alegrías o sumir en la mayor de las desgracias. Las palabras apelan a las emociones y constituyen de forma universal la más potente de las armas con la que influimos sobre el resto de personas.
Hasta la palabra más mágica está originalmente compuesta por tres: ABRACADABRA: "creo al decir"