Mi amiga Mónica ama su mini neceser de piel roja, desgastado de tanto uso, de tanto recuerdo y de tanto cariño. Con una de sus cremalleras ya rota incluso, sigue cumpliendo su función: la de guardar todo lo necesario para un retoque frente al espejo, un dolor inesperado o la rozadura de un zapato nuevo.
Le he preparado una réplica lo más fiel posible en dimensiones, distribución de cremalleras y cariño, para que continúe fiel a su cometido: el de guardar un pintalabios que inspire una sonrisa, un analgésico que recuerde una tarde limpia, o una tirita que suavice una mañana de intenso trabajo.
Y es que algunos objetos llegan a amarnos a nosotros mismos.
Tres telas en tonos rojos y tostados fueron las elegidas.
Interior rematado con bies de lino.
Creo que mi amiga va a conservar el modelo original, así que yo contribuyo a guardarlo en la memoria con esta foto que sirvió de guía para cuadrar cremalleras, entretelas y guata.
Muchas gracias por vuestra compañía.