Ayer estuve hablando un rato con María de cantidad de seguidores, visitas y esas cosas. Y es que yo soy un poco control freak, y ese tipo de datos me interesan. Creo que tengo un solo gen matemático dándome vueltas por el cerebro y es adicto a ese tipo de cifras cuantificables: lectores, likes, megusta, followers, ponedles el nombre que queráis.
Así que, como buena control freak, a lo largo del tiempo he leído un montón de artículos sobre cómo hacer que tu blog sea el que más mole y que la gente te lea y esas tonterías. Y sinceramente, casi todos dicen lo mismo. Una de las cosas que más dicen es que tienes que postear un montón. Todos los días a ser posible. Tres días a la semana como next best thing. Así que el mío no va a ser nunca un blog de éxito :^)
Pero lo cierto es que llevo dos semanas muy liada y lo que más se ha resentido, evidentemente, ha sido mi consumo de blogs. Así que el lunes decidí poner orden a mi bloglovin", a punto de estallar de posts pendientes. Y mientras hacía algunas tareas tranquilas, empecé a leer.
Me sorprendió y me preocupó la cantidad de posts inútiles que tenía acumulados. Posts que copiaban un tutorial de otro blog, algunas veces incluso de otro blog que también sigo, así que los tenía por duplicado. Posts cortitos, publicitarios, que no dicen nada de la persona que hay detrás. Posts de compromiso, publicados por esa manía de tener que publicar algo sea como sea, para que nadie se olvide de nosotros.
Me parece sintomático de esta nueva realidad en la que vivimos. Ya no vemos series; las devoramos. Ocho capítulos al día, si podemos. Yo la primera, ¿eh? No es que esté criticando a nadie. Vemos mil millones de páginas web al día y los expertos dicen que dedicamos apenas 5 segundos a cada una antes de cerrarla. Acumulamos. Queremos mucho, disponible, ya. Y como es lo que queremos, también es lo que aportamos: un montón de información inútil, que no interesa a nadie, pero que nos hace estar dentro del juego, nos hace visibles.
Tengo una amiga que siempre me dice que Twitter la pone de los nervios, porque no le interesa en absoluto lo que yo he comido para desayunar, ni de qué color me he pintado las uñas. Y creo que tiene razón.
No es una manera de disculparme por publicar menos (o sí, ja, ja, ja!), pero creo que a veces deberíamos preguntarnos si lo que vamos a publicar es relevante para alguien, si la gente lo quiere leer, si es algo que merezca la pena compartir. O si estamos intentando sencillamente mantener el ritmo "adecuado" de publicaciones semanales.
Creo que los blogs nacieron como algo personal, para compartir. Y eso es lo que yo, al menos, quiero leer. Quiero saber cómo le va el día a Paloma o qué ha estado haciendo Bárbara esta semana, porque no nos conocemos en persona y sus blogs me sirven para ponerme al día y sentirlas cerca. Quiero saber qué anda cosiendo Mónica, qué ha cocinado Lola, qué tejen Sònia y Elena, qué ha dibujado Gemma, a qué le ha sacado fotos Isa o qué tiene Marta en las agujas. Me gusta ver cómo presentan las cosas Ari, Laia y Núria, porque eran amigas antes que blogueras y me encanta conocerlas en un espacio diferente al que las he conocido siempre. No me importa tanto que hoy haya un tutorial genial en un blog estadounidense, ni ver cuatro fotos de inspiración que podría ver en Pinterest. O no me importa si detrás no hay una bonita historia personal que me haga conectar con la persona que escribe y me haga mirar ese enlace de otra manera.
Internet es para conectar y en ese sentido es genial. Pero no hace falta llenar cada silencio ni cada espacio. Y si uno de mis blogs favoritos no publica en un par de días, no me va a dar un síncope, ni voy a pensar que lleva peor su trabajo blogueril por muy profesional que sea su página. Por otro lado, para que llegue a ser uno de mis blogs favoritos, necesito que me transmita algo, que me importe la persona que hay detrás, que me llegue.
Así que, sin ánimo de crítica, ahí va mi reflexión. Porque me pone un poco nerviosa ir pasando posts que no me interesan lo más mínimo hasta encontrarme con los blogs que me encantan siempre, que son auténticos, que me llenan de alegría. Está bien publicar a menudo, pero está mejor publicar cosas relevantes y que aporten algo a los demás.
Y después de toooodo este rollo, que a lo mejor hace que me saltéis al cuello, voy a aportar mi información del día, que no sé si es relevante o no, pero aquí os la dejo...
Y es que esta semana vuelve a ser la KCW, la semana de costura para niños. Esta es una de mis vertientes favoritas de internet, la de los proyectos colectivos, las comunidades y las ganas de aprender. Y yo eso sí que le pongo: ganas. Aunque no estoy muy segura de que los resultados sean nada del otro mundo...
En este caso le he hecho a la pompona un vestido. En teoría se trata de coser una hora al día, pero me he tirado tooooda la mañana y parte de la noche de ayer para terminarlo. No os lo enseño de cerca porque los acabados son nefastos, pero de lejos da el pego, ¿o no?
El patrón era de una Burda, juraría que del verano pasado. Hace tiempo que quiero hacerlo, pero no encontraba el momento ni la tela. En la revista dice que es de dificultad media, pero a mí me ha costado un montón entender las explicaciones. Lo único bueno que ha tenido tanto coser y descoser es que he aprendido un montón.
La tela es de un vestido playero que me habían regalado Ari y Laia para un cumpleaños. Era de Women Secret, de esos estampados gloriosos que tienen ellos y que luego no encuentras por ningún sitio.
He aprovechado un montón de cosas: el dobladillo de abajo y el bies de las mangas, por ejemplo. Y con el bies del cuello he hecho las presillas para los botones, que a lo mejor no son los mejores para el vestido, pero son los que tenía a mano.
Creo que es lo más ponible que he cosido nunca. Voy a intentar rematarlo por dentro con la overlock, pero no prometo nada, porque la máquina infernal y yo no nos llevamos del todo bien.
La pompona está encantada (y enferma, ha estado toda la mañana en casa y ha soportado con bastante buen humor las pruebas constantes de vestido y las tres mil fotos que le he hecho portándolo) y guapísima, no me digáis que no. Es que cuando una es atleta, todo le queda bien. Las adictas al chocolate no lo tenemos tan fácil...
La verdad es que con este vestido me doy por satisfecha para este KCW, pero voy a intentar redondearlo con unos pantalones y un par de remiendos... No prometo nada más que buena voluntad.