Para mi ese momento fue muy especial, es el punto álgido. Es el instante previo a decir el famoso “Si, quiero”. Yo quería algo especial, no quería meter los anillos en ninguna caja de plata de la que no me sintiese identificada. Quería algo creado por mi y que fuese creado especialmente para ese momento.
Busqué inspiración y encontré lo que quería. Un corazón. Rojo. Mi color favorito y a juego con mis zapatos y mi ramo. Además, tenía a mano el libro de Ganchillo con Bigunki donde había un patrón de un corazón. Modifiqué un poco el patrón, ya que yo quería un corazón más pequeño. Uno que cupiese entre mis manos.
Una vez terminado sólo faltaba comprar una cinta roja y colocarla para que pudiese anudar los anillos. Cuando vi el resultado, estaba encantada. Fui donde mi entonces prometido, se lo enseñe y fue cuando me soltó: “le falta algo”. Me recomendó ponerle nuestras iniciales, una en cada mitad superior. ¿Pero cómo podría hacerlo?
Yo no sabía y fui a mi tienda de lanas en busca de ayuda. No tuve que pedir más, una clienta y amiga de la dueña se ofreció a realizarlo ella. Se llevo a casa mi corazón, hizo una prueba y me envió una fotografía. Se lo enseñe a mi chico y dijo: “Ahora si”.
Gracias a Miren y Lourdes conseguí tener un precioso corazón porta alianzas. Una ayuda que les endulcé con unos deliciosos bombones.
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