Una voluptuosidad craftera específica alienta los viernes desmesurados. Disfruto de crear objetos decorativos exageradamente simples y frugales. Especialmente si son diseños hechos a mano que puedan realizarse en cinco minutos, con poco materiales y mucho efecto final. Porque mentiría si afirmara que me llevó más de cinco minutos hacer este DIY. Y el único secreto en su armado reside en la observación de la imagen y el uso de un adhesivo de secado rápido.
El uso de los sorbitos decorados aporta un detalle especial. No me cuesta nada imaginarme este atril DIY de cinco minutos, decorando la mesa de dulces de una fiesta infantil, usado como soporte para los números de mesa o exhibiendo orgullosamente las obras de arte de los protagonistas de la celebración. De hecho, si realizamos una adaptación obvia de materiales (madera, cartón y algo de pintura de pizarra), puede transformarse rápidamente en los números de mesa de una boda informal y sin grandes pretensiones clásicas.
Te hago una única observación: del sitio en el que coloques el soporte transversal dependerá la estabilidad, el uso y el efecto estético final del atril. Te aconsejo colocarlo por lo menos a 2cm de la superficie de apoyo. Aunque personalmente elegí usarlo más arriba para que se luciera el estampado a lunares cuando el atril, portara finalmente la lámina protagonista de este post. Porque más allá de ser una manualidad sencilla para participar nuevamente de los findes frugales de Marce, es también mi modesto aporte a la iniciativa de Frikymama.
Ana María, la autora del blog, propone un concurso fotográfico en el cual podés participar bajo el hastag #creativosyartesanosvalorados. Su propuesta tiene como origen la revalorización del trabajo creativo, la recuperación del estatuto de oficio que en ocasiones se desdibuja en la sociedad digital. Quizás esta sea una faceta que no conocés de mí, al igual que Ana María y quizás al igual a vos soy una emprendedora creativa y de la misma forma que vos quiero que mi trabajo se valore en su justa medida.
Hace cinco años, creé junto a mi mejor amiga Ciruela Eventos, un proyecto modesto para llevar el diseño hecho a mano a las celebraciones de esos grandes momentos que dejan huellas memorables en tu vida. Una boda, la celebración de la maternidad, los cumpleaños de tus hijos, la satisfacción de los grandes logros, los aniversarios, los re-encuentros. Afortunadamente, siempre hay un motivo. Porque celebrar es más que organizar una fiesta, es una forma de vivir. En los últimos años, Ciruela se transformó en nuestra familia, en un grupo extendido que trabaja desde la cercanía y la comprensión de lo que significa una fiesta en la memoria de una familia. Y gracias a este proyecto conocimos personas maravillosas sin las cuales nuestro sueño no sería posible.
Pero los sueños también tienen sus claroscuros...De la misma forma que disfrutamos de crecer en compañía, tuvimos -y tenemos- que aprender a sobrellevar los conflictos que afectan a toda emprendedora creativa. Por este motivo conozco en primera persona la inseguridad frente al desafío lanzado al destino, el temor de perder las certezas financieras y la impotencia de observar cómo, en ocasiones, el trabajo creativo y la dedicación personalizada se subestima o es medido con los parámetros del consumo masivo. Quizás ahora entiendas un poco mejor por qué, eventualmente, surge en mí la necesidad de darle a Intensional su forma actual y por qué participar en esta iniciativa es más que un acto de solidaridad bloguera.
Sea cual sea tu experiencia, te invito a la reflexión. De pronto en este momento estás pensando cómo darle forma a tu emprendimiento o no dejás de rumiar el pensamiento de llevar tu blog al próximo nivel. De pronto, querés ser emprendedora o bloguera pro. Si este es tu camino, cada uno de tus emociones -de la ilusión al desaliento- está ligada al proceso de ideación, lanzamiento y consolidación de un sueño. Y es una experiencia que gratifica y demanda. Por eso, merece ser reconocida en su justo valor. Me despido deseándote un feliz fin de semana, invitándote a unirte a la iniciativa de Ana María y a celebrar que hace casi cien viernes que Marcela nos propone encontrarnos para enaltecer -frugalmente- lo cotidiano.
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